Sin embargo, siempre será importante que estén
supervisados por personas idóneas. Lo ideal es contar con un equipo que
registre las pulsaciones cardíacas, las que nunca deberán superar el 70 por
ciento de la frecuencia cardiaca máxima (FCM). La FCM se calcula restando la
edad al valor de 220; por ejemplo: si una persona tiene 25 años, su FCM es de
195 (el resultado de 220 menos 25), y su entrenamiento deberá fijarse en 136
pulsaciones por minuto como máximo.
Para quienes quieren más intensidad, existen actividades
como el aeróbic, el step, los programas dirigidos de bicicleta fija conocidos
como spinning, el aerobox y el body pump, entre otras. Lo cierto es que para
cada edad existen opciones, desde los más chicos, quienes tienen que realizar
actividades aeróbicas muy relacionadas con el juego, hasta las personas mayores,
para las cuales se regulan la intensidad y variedad de los movimientos.
El desarrollo de la “capacidad aeróbica”
Se denomina “aeróbica” a la capacidad continuada del
sistema circulatorio de llevar el oxígeno a las células a través de la sangre,
según lo requiera el esfuerzo del cuerpo. Esto supone la capacidad del corazón
y los vasos sanguíneos para bombear y transportar el suficiente volumen de
sangre a cada parte del cuerpo, en especial a los músculos más activos durante
el esfuerzo. Pero también se requiere la capacidad de los tejidos, de cada una
de sus células, de procesar ese aporte de oxígeno y eliminar los residuos.
Las actividades aeróbicas mejoran también a los vasos
sanguíneos para adecuarlos al esfuerzo que requiere cada movimiento aeróbico.
El esfuerzo cardiovascular mantiene en buena forma el tejido de estos vasos, lo
hace resistente y flexible, y la sangre fluye a través de ellos con menor
esfuerzo. Por lo tanto, estas
actividades físicas tienen un inmenso beneficio, previniendo afecciones
cardiovasculares, y actuando como un importante regulador de la presión
arterial. Su efecto aumenta el nivel en sangre del colesterol HDL, conocido
como colesterol “bueno”, a la vez que provocan la reducción de los depósitos de
lípidos.
Por consiguiente, las actividades aeróbicas contribuyen a
quemar grasas y controlar el peso. En la actualidad se proponen como el
complemento imprescindible para un programa de pérdida de peso o de
mantenimiento corporal. Es decir, siempre deben estar presentes, por eso todos
debemos practicar al menos 30 minutos de actividad aeróbica por día.
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