Sin lugar a duda, estamos frente a un mundo que nos
presiona socialmente. No hay reunión, ya sea familiar o social, en la que no se
toque el tema del "peso", los "kilos de más" o la
"dieta de moda". Todo esto y mucho más han dado origen a dos
patologías alimentarias que merecen una cuidadosa observación: la
"anorexia nerviosa" y la "bulimia". Ambos trastornos llegan
siempre por el mismo camino: la obsesión por verse delgada.
Hacia la delgadez mortal
La anorexia nerviosa es la disminución total o parcial
del apetito, y puede presentarse como una enfermedad leve o grave. Se
manifiesta entre los 12 y 21 años, aunque también ocurre en mujeres y hombres
de edad avanzada. El anoréxico posee un concepto distorsionado de la imagen
corporal, acompañado de horror patológico a la obesidad. Tienen un miedo
intenso a aumentar de peso y "se ven siempre gordos".
Las personas que sufren de anorexia se obsesionan tanto,
que siguen dietas cada vez más rigurosas. Comienzan con el inocente deseo de
perder unos kilos y entrenarse en un gimnasio, para terminar en un estado de
obsesión incontrolable por el cuerpo. Este proceso puede desencadenar un estado
calamitoso de desnutrición que culmina con la muerte.
Los síntomas que se pueden observar en personas con
anorexia:
- Padecen amenorrea (ausencia repetitiva de la menstruación).
- Cortan los alimentos en trozos pequeños, para que parezca más.
- Mastican largo rato antes de tragar.
- Tiran, escupen o esconden la comida.
- Pueden consumir laxantes o diuréticos.
- Realizan hiperactividad para bajar de peso.
- Se aíslan socialmente.
- El carácter anímico se vuelve irritable.
- Son autoexigentes.
- Rechazan la sexualidad.
- Usan ropa suelta, preferentemente de color negro (se tapan siempre el cuerpo).
- Realizan días de ayuno, con la excusa de que ya comieron.
*Para detectar la anorexia es fundamental observar los
síntomas y comportamientos anteriormente descritos. Hecho esto, es
imprescindible la consulta con un médico y psicólogo. La ayuda profesional
junto con el afecto familiar es el punto de partida de un largo camino en la
recuperación total de la enfermedad.
La culpa por comer
La bulimia nerviosa es muy difícil de detectar, ya que en
la mayoría de los casos no existe un bajo peso significativo que llame la
atención en quien la padece. Una de las principales características es el
"apetito insaciable" que impulsa a la persona bulímica a comer en
exceso; luego se siente culpable y se provoca intencionalmente el vómito. El
ácido del vómito afloja los dientes, provoca caries y promueve afecciones
gástricas; la piel se arruga por la deshidratación y pueden surgir problemas
cardíacos.
Los síntomas que se pueden observar en personas con
bulimia:
- No pueden controlar la ingesta de alimentos (atracón).
- Se provocan intencionalmente el vómito.
- Su peso corporal oscila constantemente.
- Sufren deterioro o pérdida de piezas dentarias (producto del vómito habitual).
- Presentan signos de hiperactividad.
- Cortan los alimentos en trozos grandes.
- Comen rápidamente.
- Tragan casi sin masticar.
- Tienen un carácter irritable.
- Comen a escondidas (en la habitación guardan galletas, chocolates, etc.)
- Suelen abandonar todo lo que emprenden.
- Roban para comprar comida.
- Se obsesionan por la silueta y el peso corporal.
*El "atracón" es una conducta que se practica
en soledad. El abuso de laxantes diuréticos también se oculta. A diferencia del
anoréxico, el bulímico frente a otras personas come normalmente, esto hace que
el entorno familiar o amigos no se percaten de la existencia del problema.
Al igual que la anorexia, la bulimia puede provocar la
muerte o arrastrar a las persona que la padecen a una verdadera vida de
esclavos. Detectada la enfermedad es necesaria una urgente intervención médica
con profesionales especializados en este tipo de patologías, ya que se trata de
un problema psicológico con consecuencias físicas graves.
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