Al
comprar uvas, debes asegurarte de que las negras o las rojas hayan perdido
cualquier toque verde, y que las verdes o blancas presenten un tono ambarino.
Los granos deben parecer frescos pero mostrando quizás algunas manchas
marrones, con la excepción de las uvas Emperador, que deben poseer el mismo
tono marrón leñoso.
Desde
el punto de vista del comercio, el racimo perfecto consiste en uvas de tamaño
uniforme sin que aparezcan algunas pequeñas; además, todas deben estar
perfectamente unidas a los tallos. Desde el punto de vista del consumidor,
los
racimos con uvas con tendencia a desprenderse son a menudo los más dulces y
aromáticos. Pero si deseas una fruta perfecta, su piel no debe presentar
arrugas ni manchas marrones en los tallos. Evita los racimos que parezcan poco
lozanos, o los que presentan granos arrugados, pues pueden ser ácidos.
Conservación y presentación
Las
uvas se conservan en buenas condiciones durante tres semanas en la heladera si
se envuelven en una película de plástico perforada, o dos semanas en una
alacena fría. Gran parte del placer que proporcionan dependen de su apariencia.
Los centros de mesa rebosantes de racimos de uvas de invernadero constituían una
decoración frecuente en las mesas victorianas de las grandes celebraciones.
Las
uvas se sirven por lo general al finalizar una comida, tanto solas como en
compañía de quesos blandos o quizá quesos secos tipo suizos. En Italia se
ofrecen las uvas en un gran cuenco con agua helada y unos cubitos flotando en
ella. Si enfrías las uvas, éstas serán más refrescantes, pero es preferible una
temperatura ambiente para que desarrollen al máximo su sabor.
En la
cocina las uvas se utilizan para preparar sorbetes, confituras, gelatinas y
zumos; también se escarchan con clara de huevo y azúcar. Una especialidad
calabresa consiste en una empanadilla rellena con una confitura de uvas
aromatizada con ron y mezclada con nueces y chocolate rallado. En Francia, el
zumo de uvas se hierve a veces hasta que adquiere una consistencia almibarada
para cocerse de nuevo con manzanas cortadas en rodajas, membrillos, peras o
limones hasta que presente una consistencia pegajosa: esta preparación se llama
raisiné.
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