Cuando decides bajar de peso lo primero que piensas es en
"dejar de comer", pero la realidad demuestra que este no es el mejor
camino para lograrlo. Cambiar los hábitos alimenticios no siempre significa
comer menos o pasar hambre, sino más bien todo lo contrario.
En principio, reemplazar ciertos alimentos por otros más
saludables es lo más acertado para conseguir una pérdida de peso sostenida
(ej.: suprimir algunas grasas e incorporar más fibra a la dieta). Sin embargo,
no todo pasa por una óptima nutrición ya que la actividad física es la que
finalmente decide si los resultados de un plan de adelgazamiento son exitosos o
no.
Independientemente de la opción que elijas para perder
peso, debes tener en cuenta la aplicación de algunas claves fundamentales que
te ayudarán a conseguir el peso ideal sin esfuerzos innecesarios ni medidas
extremas o fórmulas poco efectivas:
Distribución de los alimentos: Para no estar
con hambre durante el día ni tentarte con bocaditos prohibidos, lo mejor es
hacer 6 comidas diarias, 4 principales (desayuno, almuerzo, merienda y cena) y
2 secundarias (media mañana y media tarde). Es importante no saltearse las
principales y las comidas secundarias o "colaciones" por supuesto deberán
ser frutas, queso magro, gelatina o yogur.
Variedad de alimentos: Las dietas muy bajas
en calorías y la carencia de ejercicio contribuyen a quemar tanto la masa
muscular como la grasa corporal. Esta condición es muy malsana para el cuerpo,
y el hambre, de rebote da como resultado que se recupere la grasa corporal.
Acostúmbrate a hacer una pauta semanal básica de
alimentos, por ejemplo: una vez por semana pastas, una vez arroz, una vez carne
roja, dos veces pollo, dos o tres pescado, siempre acompañados por vegetales
crudos o cocidos. Esto te permitirá hacer una dieta rica y variada, que no
resulte aburrida y que te permita incorporar distintos tipos de alimentos
preparados de diferente forma.
Cantidad de alimentos: Todos los alimentos
se convierten en grasa acumulada si se consumen en exceso. Las necesidades de
proteínas y grasas de los seres humanos suelen ser fijas, y los hidratos de
carbono complejos deben contribuir con energía (calorías) cuando se necesite.
Para reducir los cúmulos de grasa en el cuerpo, es necesario utilizar más
energía de la que se consume en los alimentos, por medio de actividades y
ejercicios corporales.
Actividad física: El enfoque correcto
es el de aumentar gradualmente el ejercicio al tiempo que se disminuye
gradualmente la ingesta de calorías (provista sobre todo desde las grasas). Un
cambio rápido no funciona a largo plazo. Si la intensidad del ejercicio es lo
bastante alta, el cuerpo quemará energía durante horas después de que el
ejercicio haya acabado. Este efecto incrementa el Metabolismo Basal (MB), que
es la energía que se quema en reposo. De esa forma consigues una pérdida de
peso sostenida hasta recuperar tu peso ideal.
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