¿Qué tiene eso de interesante? Cuando se deslizan por una cascada, bucean a profundidades
extremas sin tanques de oxígeno o se lanzan a patinar sobre piedras, segregan
cantidades de adrenalina que estimulan sus centros de placer. Por eso agregan
dificultades a los deportes tradicionales y los convierten en variantes súper
atractivas.
Aunque lanzarse desde un puente con una
cuerda elástica atada a los tobillos (jumping) parece cosa de locos, para
algunos es un verdadero deporte. Además, tiene sus propias variantes, de
acuerdo con el lugar desde donde se salta y sujeta la cuerda elástica (jumper):
la más sofisticada consiste en atar un extremo del jumper a un costado del
puente y tirarse por el otro, para combinar la sensación de caída con la del
movimiento pendular.
Así como el aire la nieve también tiene lo suyo. Hay quienes no se conforman con esquiar: para ellos está el bobsleigh, que les permite alcanzar velocidades extremas por pistas de hielo angostas con pendientes más que pronunciadas. Aquellos que lo practican deben calibrar los reflejos en las curvas, para evitar estamparse en la pared de hielo.
Para los amantes de los deportes extremos, la emoción no consistiría en conseguir algún récord o algo por el estilo, sino en desafiar a la vida hasta el límite de lo imposible.
¿Qué tiene eso de interesante? Cuando se deslizan por una cascada, bucean a profundidades extremas sin tanques de oxígeno o se lanzan a patinar sobre piedras, segregan cantidades de adrenalina que estimulan sus centros de placer. Por eso agregan dificultades a los deportes tradicionales y los convierten en variantes súper atractivas. En el alpinismo o escalada, por ejemplo, eliminan las cuerdas y los seguros que evitan el desprendimiento: si cometen un error, la caída resulta mortal. ¿Por qué arriesgan la vida? La mayoría responde que por la necesidad de estar lo más cerca posible del “límite”.
En la actualidad, son muchas las actividades deportivas extremas, entre ellas el mencionado jumping o puenting, el esquí sobre piedras, el surf en paredes de nieve, el esquí subterráneo, el rafting, la escalada en montañas irregulares, el barranquismo, el parapente y el paracaidismo entre otras.
Los psicólogos sostienen que muchos practicarían estos deportes para resolver miedos y temores secretos: se imponen a sí mismo la obligación de superar lo que consideran sus propias “cobardías”. Otros conformarían un grupo más complejo, cuya acción estaría orientada a la búsqueda del placer: una forma de gozar en situaciones de miedo.
Así como el aire la nieve también tiene lo suyo. Hay quienes no se conforman con esquiar: para ellos está el bobsleigh, que les permite alcanzar velocidades extremas por pistas de hielo angostas con pendientes más que pronunciadas. Aquellos que lo practican deben calibrar los reflejos en las curvas, para evitar estamparse en la pared de hielo.
Para los amantes de los deportes extremos, la emoción no consistiría en conseguir algún récord o algo por el estilo, sino en desafiar a la vida hasta el límite de lo imposible.
¿Qué tiene eso de interesante? Cuando se deslizan por una cascada, bucean a profundidades extremas sin tanques de oxígeno o se lanzan a patinar sobre piedras, segregan cantidades de adrenalina que estimulan sus centros de placer. Por eso agregan dificultades a los deportes tradicionales y los convierten en variantes súper atractivas. En el alpinismo o escalada, por ejemplo, eliminan las cuerdas y los seguros que evitan el desprendimiento: si cometen un error, la caída resulta mortal. ¿Por qué arriesgan la vida? La mayoría responde que por la necesidad de estar lo más cerca posible del “límite”.
En la actualidad, son muchas las actividades deportivas extremas, entre ellas el mencionado jumping o puenting, el esquí sobre piedras, el surf en paredes de nieve, el esquí subterráneo, el rafting, la escalada en montañas irregulares, el barranquismo, el parapente y el paracaidismo entre otras.
Los psicólogos sostienen que muchos practicarían estos deportes para resolver miedos y temores secretos: se imponen a sí mismo la obligación de superar lo que consideran sus propias “cobardías”. Otros conformarían un grupo más complejo, cuya acción estaría orientada a la búsqueda del placer: una forma de gozar en situaciones de miedo.
COMBINACION HORMONAL
Para entender este tema es preciso
conocer las reacciones orgánicas que se producen en el organismo. En cuanto se
detecta un peligro inminente, el cerebro envía un estímulo nervioso que activa
diferentes glándulas: entre ellas las suprarrenales, encargadas de secretar una
hormona llamada adrenalina (que también puede producirse ante un traumatismo,
un golpe o una quemadura) y cortisol. La práctica de estas actividades extremas
provoca un shock psíquico: la emoción, el temor, la reacción de alerta,
desencadenan una secreción hormonal.
En otros términos: cuando enfrentamos un peligro o advertimos alguna amenaza, en nuestro organismo se pone en marcha un proceso controlado por el cerebro, que envía un estímulo nervioso. Los músculos reciben moléculas de azúcar secretadas por el hígado. El ritmo cardíaco aumenta para dar más oxígeno a los órganos. Las glándulas sudoríparas trabajan para refrigerar el cuerpo. Los bronquios se dilatan para mandar oxígeno a los músculos. Las glándulas suprarrenales secretan hormonas: la adrenalina es liberada por la médula suprarrenal, y el cortisol, segregado por la corteza suprarrenal. Otra sustancia, la noradrenalina, estimula los centros del placer situados en el cerebro medio. También se liberan corticoides, andrógenos y estrógenos, pero la sustancia más activa es la adrenalina, que estimula todo el organismo y actúa particularmente sobre los sistemas nervioso y vascular. Eso se observa de inmediato en la piel (carne de gallina y erizamiento de los pelos) y en la vascoconstricción (palidez intensa). Como aumenta la excitabilidad del sistema nervioso central y de los sistemas que controlan órganos y vísceras, se producen síntomas como hipertensión aguda, trastornos cardíacos y -en personas con deficiencias- arritmia cardíaca, que puede desencadenar en infarto o aneurisma cerebral.
En otros términos: cuando enfrentamos un peligro o advertimos alguna amenaza, en nuestro organismo se pone en marcha un proceso controlado por el cerebro, que envía un estímulo nervioso. Los músculos reciben moléculas de azúcar secretadas por el hígado. El ritmo cardíaco aumenta para dar más oxígeno a los órganos. Las glándulas sudoríparas trabajan para refrigerar el cuerpo. Los bronquios se dilatan para mandar oxígeno a los músculos. Las glándulas suprarrenales secretan hormonas: la adrenalina es liberada por la médula suprarrenal, y el cortisol, segregado por la corteza suprarrenal. Otra sustancia, la noradrenalina, estimula los centros del placer situados en el cerebro medio. También se liberan corticoides, andrógenos y estrógenos, pero la sustancia más activa es la adrenalina, que estimula todo el organismo y actúa particularmente sobre los sistemas nervioso y vascular. Eso se observa de inmediato en la piel (carne de gallina y erizamiento de los pelos) y en la vascoconstricción (palidez intensa). Como aumenta la excitabilidad del sistema nervioso central y de los sistemas que controlan órganos y vísceras, se producen síntomas como hipertensión aguda, trastornos cardíacos y -en personas con deficiencias- arritmia cardíaca, que puede desencadenar en infarto o aneurisma cerebral.
ADICTOS AL RIESGO
Los deportistas de riesgo no niegan ni aceptan las diversas teorías que se pronuncian sobre ellos. Asimismo, indiferentes, aseguran que sólo tratan de llevar los límites cada vez más lejos, aguijoneados por el gusto del peligro y la incertidumbre de saber si podrán contar el cuento.
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