viernes, 22 de noviembre de 2013

Mujer fitness: ¿Cómo encarar un programa de ejercicios?


 
La actividad física resulta fundamental para las diferentes etapas de la vida de una mujer. Desde la niñez hasta la edad adulta, mover el cuerpo otorga beneficios imprescindibles tanto para la salud como para la estética femenina. Durante la adolescencia, el organismo de la mujer registra un pico máximo de calcificación temprana; por lo tanto, la actividad física y una alimentación balanceada son claves para un crecimiento óseo adecuado.
Por otra parte, durante el embarazo no existe razón alguna para interrumpir la actividad física o comenzar una nueva. Así, es posible controlar un potencial aumento de peso que generalmente se da en esta etapa. Las actividades más recomendadas para las embarazadas son: ejercicios aeróbicos suaves (caminatas, gimnasia aeróbica pre-parto), ejercicios de flexibilidad y elongación, ejercicios livianos con pesas y disciplinas como el Yoga y el Tai-Chi (ideales para potenciar la relajación y mejorar la respiración). En cualquiera de los casos, la mujer embarazada debe consultar con su médico antes de iniciar una actividad física o deportiva.

Una cuestión de tiempo

Para conseguir resultados efectivos en el aspecto físico se requiere de un determinado tiempo de ejercitación. Si comienzas con un plan de entrenamiento, es posible que observes los primeros cambios a partir de la tercera o cuarta semana de entrenamiento. Además, al principio el cuerpo se adapta al trabajo aeróbico y muscular hasta que lo incorpora como parte de una actividad habitual. Entre la quinta y octava semana de entrenamiento se pueden conseguir progresos importantes, siempre y cuando mantengas la continuidad en el entrenamiento.
Muchas mujeres comienzan una rutina de ejercicios físicos con la idea conseguir una figura estrecha y bien formada en un par de días, y la verdad es que eso nunca sucede. Sólo la práctica regular y prolongada le permite al cuerpo adquirir agilidad y tonicidad, quemar grasas y modelar los músculos. La clave del éxito está en comenzar a entrenar de manera gradual: aumentando la intensidad y el tiempo de entrenamiento semana a semana.
Es muy común observar la euforia de las mujeres cuando comienzan con una sesión en el gimnasio; al principio entrenan hasta dos horas por día pero finalmente lo que consiguen es fatigar al cuerpo hasta que terminan abandonando la actividad física por completo. La falta de continuidad en los ejercicios es una pérdida de tiempo que genera a la larga una apatía por la actividad física.

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