viernes, 29 de noviembre de 2013

Menos grasa para un corazón más sano



Las grasas de los alimentos pueden dividirse en tres grandes categorías: saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas. Las dietas ricas en grasas saturadas están íntimamente vinculadas con las enfermedades coronarias. Este tipo de grasas se encuentran principalmente en los productos animales como la carne, huevo, leche entera, queso, crema y manteca, además de productos procesados como el chocolate, las tortas y las galletas.
En cambio, las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas no están tan relacionadas con las enfermedades cardíacas, y estudios científicos consideran que en realidad pueden contribuir a brindar protección contra este tipo de dolencias. Las grasas monoinsaturadas se encuentran en los aceites de oliva, de almendras y de palta. Se cree que el elevado consumo de aceite de oliva en los países mediterráneos es el motivo principal de que exista una baja incidencia de infartos entre su población. Por su parte, las grasas poliinsaturadas se encuentran en los pescados, y son el constituyente principal de ciertos aceites vegetales, como el de girasol, de sésamo y de pepitas de uva. 

La mejor manera de consumir grasa

En general, un consumo exagerado de grasas en la alimentación puede generar un aumento en los niveles de colesterol en sangre y producir un taponamiento de arterias. Para evitarlo, lo mejor es reducir la ingesta de grasas saturadas, incorporando una mayor variedad de alimentos ricos en grasas poliinsaturadas. Asimismo, para tener un corazón saludable es preciso que tengas en cuenta los siguientes puntos:
• Consume carne de ave en lugar de carne roja, siempre que te resulte posible. La grasa de las aves está principalmente en la piel, así que quítasela. Además consume más pescado. Los oleosos, como el arenque, la caballa, el atún o la trucha son ricos en grasas poliinsaturadas (omega-3) que protegen al corazón contra el infarto cardíaco.
• Consume carnes magras y quítales toda la grasa visible. Generalmente las carnes vacunas y de cordero contienen más cantidad de grasas que las carnes de aves.
• Limita el consumo de huevos y productos lácteos como queso, leche entera, crema y manteca. Siempre que puedas, elige las variedades pobres en grasas, como leche, requesón (ricota) y yogur desnatados (descremados). Actualmente existen discusiones sobre si las margarinas vegetales son beneficiosas para la salud y mejores que la manteca, por lo que se aconseja limitar el consumo de ambos productos.
• Reduce el consumo de chocolate, tortas y galletas. Estos productos no sólo son ricos en grasas saturadas sino que además contienen pocos nutrientes o ingredientes beneficiosos como vitaminas, minerales o fibras.
• Evita consumir comidas fritas siempre que te sea posible. Es mejor preparar comidas a la parrilla, al horno, al vapor, por hervor o salteadas.
• Para cocinar utiliza siempre aceites vegetales (de oliva, maíz o girasol). Los aceites de primera prensada en frío tienen muy poca refinación y son los más saludables.

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