lunes, 4 de noviembre de 2013

Los riesgos de la automedicación


 
La decisión de tomar un medicamento por voluntad propia y sin consultar al médico es una realidad que crece día a día y que se alimenta a través de la oferta de los supuestos remedios de “venta libre”. Lo cierto es que la automedicación entraña serios riesgos para la salud y suele producir trastornos irreversibles en el organismo. La falta de prescripción y supervisión médica que se da frente a la ingesta de un antibiótico, un antifebril o un analgésico puede desencadenar alteraciones del metabolismo, problemas gastrointestinales, insuficiencia hepática, trastornos cardíacos, entre otros.

Parece curioso como con el ánimo de solucionar un problema podemos generar uno nuevo y de mayor magnitud. Esto sucede porque cada vez que una persona se automedica lo que está haciendo es introducir sustancias químicas en el organismo que pueden modificar su funcionamiento. De ahí que entender la necesidad de la consulta médica previa es una forma inteligente de preservar nuestra salud.
Hoy la cultura del consumo de fármacos alentada por el fácil acceso a los medicamentos ha desechado por completo la consulta al especialista, y ante cualquier malestar lo primero que se hace es recurrir a la farmacia para comprar el remedio correspondiente. Además, la falta de control en recetas y el ánimo de vender más contribuyen al crecimiento de la automedicación. 

Inofensivos de apariencia

No existe ningún medicamento que sea completamente inocuo. Tanto médicos como farmacéuticos y bioquímicos coinciden en que todos los fármacos tienen algún tipo de efecto secundario, sobre todo si se consumen deliberadamente y sin prescripción médica. Por ejemplo, un consumo indebido de bicarbonato de sodio puede hacer la orina más alcalina, cuando en realidad debe ser ácida.
Por otra parte, la combinación de determinados fármacos puede neutralizar sus efectos y provocar graves daños. Las aspirinas suelen alterar el efecto de los fármacos para bajar la presión arterial y los antibióticos pueden disminuir los efectos de los anticonceptivos. Por eso siempre es importante la intervención del profesional médico.
La falta de información y asesoramiento sobre tal o cual fármaco, que sólo un médico o especialista puede brindar, alienta a cometer abusos que terminan en tragedia. En el caso de los analgésicos o antiinflamatorios, si se los consume con poca agua o con el estómago vacío pueden llegar a provocar ulceras gástricas. El uso incorrecto de antibióticos puede disminuir sus efectos frente a determinados cuadros clínicos mientras que el consumo no autorizado de adelgazantes puede modificar el ritmo metabólico de manera irreversible. 
Finalmente, una sobredosis de fármacos puede provocar estados de coma y trastornos neurológicos crónicos, entre otros trastornos. Ingerir una mayor cantidad de fármacos para obtener un alivio más rápido es el peor error que podemos cometer, ya que las consecuencias pueden ser fatales. Automedicarse es un camino que perjudica la salud y que, con un poco de sentido común, puede evitarse. 

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