lunes, 16 de diciembre de 2013

Escasez de tiempo y combinación de tareas



Si somos organizados y sabemos proyectar nuestras actividades, descubriremos que hay muchas de ellas que pueden combinarse, con el excelente resultado de que en el mismo intervalo estamos cumpliendo dos objetivos. Lo más simple es organizar simultáneamente una actividad de acción y/o movimiento con otra que sólo requiera de razonamiento o análisis. Por ejemplo: supongamos que una persona debe hacer todos los días un recorrido de 45 minutos en autobús; puede aprovecharlos para leer un libro, estudiar o escuchar un curso de idioma por casete.
Por otro lado, la optimización del tiempo requiere de la propia interpretación que cada uno hace del espacio diario de su vida (trabajo, esparcimiento, vida sentimental, descanso, etc.). Si no protegemos nuestro tiempo personal, éste será inevitablemente invadido por los de afuera. Escuchar al otro deber ser la única excepción a la invasión. Aunque siempre la decisión que tomemos debe ser propia y no ajena, sobre todo si queremos aprovechar mejor nuestro tiempo. Además, si no existe interés en destinar tiempo para escuchar al otro, es mejor un “no” a tiempo que una excusa de último momento en el medio de una conversación ya comprometida. Si queremos más tiempo debemos entender que la solidaridad de prestar oído tiene un precio muy alto, que quizá nunca volvamos a recuperar. 

La precisión frente a la velocidad

Hacer las cosas a la ligera conduce casi inevitablemente al error. Y allí se entra en un círculo vicioso: me apuro, me equivoco, me enojo y me apuro más, me equivoco peor... y así sucesivamente vamos derrochando tiempo sin darnos cuenta. Una actitud inteligente no consiste en ser más veloz, sino en mejorar nuestro rendimiento. No importa si tal cosa la hago en menos tiempo, sino si en el mismo tiempo pue­do hacerla mejor. Cuando uno va reconociendo los mecanismos mediante los cuales rinde más, éstos se traducen en una reduc­ción del tiempo que nece­sitamos para determinada actividad. De ahí que la precisión sea más eficaz que la velocidad si se trata de ganar tiempo.
Hay que aprender a po­ner atención y dedicación en todo 1o que hacemos. No sólo las obli­gaciones son "cosas serias": tam­bién lo es nuestro espacio de es­parcimiento o el que dedicamos a los afectos. Las cosas sencillas de la vida son tan importantes como los grandes logros, porque a través de ellas es que realmente la vivimos. Y de una u otra manera siempre debemos hacer las cosas con placer y entusiasmo, pues sólo así estaremos aprovechando con inteligencia nuestro tiempo.

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