La falta de voluntad es uno de los signos más claros de que algo en nosotros
anda mal. Las causas pueden ser muchas y en general tienen íntima relación con
el entorno social y cultural donde nos desenvolvemos. Porque aunque parezca
mentira, los mecanismos internos que actúan para que uno se sienta sin voluntad
son activados por factores externos como la excesiva competitividad, las
expectativas que los demás tienen de nosotros, el miedo al fracaso y al éxito,
la presión social y la descalificación pública (que provoca inseguridad y baja
autoestima).
Revertir un estado de falta de voluntad empieza cuando uno reconoce su desánimo para hacer cosas e intenta hacer algo para cambiar.
Revertir un estado de falta de voluntad empieza cuando uno reconoce su desánimo para hacer cosas e intenta hacer algo para cambiar.
Pensar en positivo
Existe
un método muy efectivo para potenciar la voluntad y olvidarse del desgano que
consiste en combinar un trabajo de relajación con uno de repetición mental.
Para conseguir una óptima relajación debemos adoptar una postura cómoda, sin cruzar las piernas, cerrando los ojos y respirando profundamente. Ejercemos una tensión en las distintas partes del cuerpo durante 10 segundos cada una, seguido de una localizada relajación. Comenzamos por los pies, las pantorrillas, los muslos, las nalgas, el estómago, los hombros, el pecho, los brazos, las manos, el cuello hasta llegar finalmente a los músculos faciales.
Para conseguir una óptima relajación debemos adoptar una postura cómoda, sin cruzar las piernas, cerrando los ojos y respirando profundamente. Ejercemos una tensión en las distintas partes del cuerpo durante 10 segundos cada una, seguido de una localizada relajación. Comenzamos por los pies, las pantorrillas, los muslos, las nalgas, el estómago, los hombros, el pecho, los brazos, las manos, el cuello hasta llegar finalmente a los músculos faciales.
En
forma simultánea al proceso de relajación, repetimos interiormente una frase
positiva que hayamos elegido, como por ejemplo, “me siento fuerte”, “yo puedo
hacerlo”, “lo voy a conseguir”, etc. La repetición actúa sobre el inconsciente
y puede llegar a modificar una situación determinada de quién la practica.
Sin embargo, el mismo poder que tiene la repetición de frases positivas lo ejercen las frases o pensamientos negativos. Es muy frecuente que nos hostiguemos a diario con ideas del tipo “no puedo hacerlo”, “soy un fracasado” o “no voy a conseguirlo”. Si logramos identificar una situación de negatividad frente a las cosas, podemos revertirla para modificar nuestro estado anímico y aumentar así las ganas de hacer cosas.
Sin embargo, el mismo poder que tiene la repetición de frases positivas lo ejercen las frases o pensamientos negativos. Es muy frecuente que nos hostiguemos a diario con ideas del tipo “no puedo hacerlo”, “soy un fracasado” o “no voy a conseguirlo”. Si logramos identificar una situación de negatividad frente a las cosas, podemos revertirla para modificar nuestro estado anímico y aumentar así las ganas de hacer cosas.
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