jueves, 23 de enero de 2014

Hábitos sedentarios vs. Actitudes activas



En la antigüedad el ejercicio físico como tal no existía, el hombre primitivo estaba forzado a estar activo: cazaba, luchaba y viajaba a pie para subsistir, no tenía posibilidad de acumular gordura porque no existían los entretenimientos sedentarios como la televisión. Hoy por hoy, hemos llegado a un punto en que la tecnología ha desplazado a la actividad física, volviendo al hombre más sedentario aún. Mientras que una innumerable cantidad de artefactos y computadoras se encuentran realizando muchas de las labores que debe hacer un individuo, el hombre ha optado por actividades como pasar largas horas frente a la televisión, frente a su computadora, o simplemente sentado bebiendo alguna cerveza. Por ejemplo, investigaciones científicas han develado que pasar largas horas frente a la televisión hace engordar un mínimo de un gramo por día.
Lo cierto es que a medida que pasa el tiempo nos ponemos más lentos y la lentitud es un gran indicador de la pérdida de rendimiento y capacidad física. Los músculos del cuerpo tienden a aplanarse, a perder fuerza y a endurecerse si no se los trabaja correcta y periódicamente. Lo mismo ocurre con la flexibilidad: hay que ejercitarla si no queremos perderla. Todo esto nos demuestra hasta qué punto una vida sedentaria influye de manera negativa en nuestra calidad de vida. 

Mover el cuerpo: Una solución al alcance de todos

Mover el cuerpo regularmente beneficia la función cardiorrespiratoria y de ella depende nuestra resistencia al esfuerzo. Una vida sedentaria , que suele ir acompañada por una mala alimentación y un mal descanso, termina irremediablemente en un deterioro del organismo y, en muchos casos, en una enfermedad crónica. Y las enfermedades cardiovasculares son enfermedades crónicas degenerativas, fuertemente asociadas a las condiciones de vida. Por eso lo mejor es adoptar una actitud activa que nos asegure una vida plena y llena de vitalidad, que no necesariamente tenga que ver con practicar un deporte, sino más bien con cambiar ciertos hábitos nocivos por otros más saludables. Entre las propuestas “activas” se encuentran:
• Olvidarse de los ascensores: subir y bajar lentamente por las escaleras.
• Realizar compras en comercios que estén un poco más lejos del hogar para aprovechar la caminata diaria.
• Ejercitar los músculos de los brazos mientras permanecemos sentados realizando movimientos circulares.
• Caminar por lo menos de 10 a 12 cuadras por día.
• Andar en bicicleta por el parque para obtener así una inyección de oxígeno vital.

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