sábado, 25 de enero de 2014

Comida sana para promover la salud



Cuando se habla de “comida sana” se hace referencia a la calidad de los alimentos y preparados, y no precisamente a la cantidad de los mismos. Existe la idea generalizada de que comer sano es comer poco o pasar hambre, cuando en realidad es todo lo contrario. Los alimentos con un elevado contenido de fibra, tal como el pan o el arroz integral, la fruta fresca y las verduras, satisfacen notablemente el apetito y no aportan excesos de grasas y calorías. Al mismo tiempo, esta clase de alimentos constituye una fuente importante de vitaminas y minerales, ayudan a prevenir el estreñimiento y son altamente eficaces en la regulación de la absorción de la glucosa y de los ácidos grasos durante el proceso digestivo.
Respecto a los cereales y su papel en una "nutrición sana", hay que tener en cuenta que los integrales aportan más vitaminas, fibra y proteínas que los refinados o blancos. Una gran parte de la fibra, el aceite, las vitaminas del complejo B, el hierro, la vitamina E y una cuarta parte del contenido proteico del trigo, proviene de las bases del germen y de las capas del almidón que rodea al núcleo. Parte de estas capas se desechan en el proceso de refinamiento de los cereales no integrales (como el caso de la harina blanca). Algo similar sucede con el arroz blanco, que posee menos fibra y más almidón que el arroz integral. 

Alimentarse para vivir en equilibrio

Los alimentos se presentan en muchas formas diferentes aunque siempre poseen las mismas funciones químicas básicas: proveer la energía necesaria a las células del organismo y ejercer las funciones de materia prima para el crecimiento, la restauración y el mantenimiento de los tejidos y órganos vitales. Los carbohidratos y las grasas constituyen la fuente energética principal, es por eso que el valor de cualquier clase de alimento depende primordialmente del contenido de estos dos nutrientes. Por su parte las proteínas también cumplen un rol indispensable en la nutrición.
En principio, la sensación de saciedad es el indicador que el organismo tiene para asegurar el consumo óptimo de alimentos y cubrir así las necesidades energéticas individuales. Sin embargo, el cuerpo humano también dispone de otras fuentes de energía adicionales, almacenadas y acumuladas en forma de glucógeno y grasas. Estas reservas entran en funcionamiento cuando el cuerpo no recibe nutrientes. Por ejemplo, a causa de un ayuno prolongado o una limitación de alimentos, el cuerpo recurre a las proteínas de los músculos para transformarlas en energía. De ahí que muchas dietas excesivamente bajas en calorías fomenten la pérdida de masa muscular, ya que el cuerpo no consigue reponer sus reservas de energía en tiempo y forma. Por eso siempre es necesario considerar una dieta variada y moderada en calorías, incluso para bajar de peso.

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