jueves, 9 de enero de 2014

Cómo conservar la continuidad en la actividad física



En general, mantener una regularidad en la práctica de una actividad física o deportiva depende si los resultados son satisfactorios o si los beneficios son notablemente superiores a los perjuicios que genera no hacerla. Se ha comprobado la utilidad de cuatro estrategias para conservar la continuidad en una actividad: (1) llevar un registro sobre los resultados y el avance del entrenamiento físico; (2) cambiar periódicamente la rutina de entrenamiento para evitar el aburrimiento y la monotonía; (3) complementar la actividad física con una actividad recreativa que permita distender la mente y olvidarse del compromiso de hacer ejercicio, y (4) evaluar constantemente los beneficios para la salud que acarrea el hecho de entrenar regularmente el cuerpo.
Por otra parte, si uno se somete periódicamente a controles fisiológicos puede medir con exactitud los efectos que produce el ejercicio físico en el organismo, y emplearlos como una herramienta útil para mantener el cambio de comportamiento y el progreso obtenido. Uno puede percatarse de los cambios a nivel estético y físico, pero no siempre son tan notables como para darse cuenta que el cuerpo está sufriendo cambios a partir de la actividad física. En este sentido, un chequeo médico puede develar una evolución a nivel interno, compensando de alguna manera lo que a veces no se aprecia desde afuera. 

Cómo prevenir un posible abandono

Al inicio de un programa de ejercicio, es muy bueno escribir qué haremos en caso de que una enfermedad, una lesión o cambios en nuestro horario de trabajo interrumpan o nos obliguen a abandonar la práctica física. Por ejemplo, podemos pedirle a un compañero del gimnasio que nos llame para recordarnos que debemos hacer ejercicio tan pronto como volvamos de las vacaciones, dejar un "depósito" de dinero a un amigo que recuperaremos una vez que hayamos comenzado a hacer ejercicio luego de una enfermedad, o pedir al profesor del gimnasio que nos llame periódicamente para determinar si estamos haciendo ejercicio.
Por otro lado, el refuerzo positivo es un poderoso factor a la hora de continuar con la actividad física. Muchos estímulos ambientales son refuerzos naturales, por ejemplo, la comida, el agua, la actividad sexual y el cariño. Otras actividades son refuerzos sociales o simbólicos, como la atención, los elogios, el dinero y los objetos materiales. A la hora de calcular los medios de refuerzo, es necesario tener en cuenta que dichos medios son personalizados e íntimos; es decir, que lo que refuerza a una persona no tiene por qué reforzarnos necesariamente a nosotros. Entonces, cada uno deberá buscar su propio refuerzo que actuará a modo de recompensa por la regularidad obtenida en la práctica de la actividad física.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario