miércoles, 5 de marzo de 2014

Sol y piel: Mucho más que una cuestión estética



La piel humana no esta naturalmente adaptada para absorber las radiaciones solares. El bronceado no es más que la respuesta de nuestro organismo para protegerse de su influencia; para ello utiliza la melanina, pigmentos oscuros presentes en las células, responsable de los diversos tonos que adquiere la piel en contacto con el sol. Por eso, es importante conocer los horarios adecuados de exposición ya que existen momentos del día en los cuales cualquier protección es insuficiente, y las radiaciones solares provocan daños de diversos grados y consecuencias.
Desde el punto de vista médico, 2 ó 3 exposiciones por semana de 10 a 15 minutos, son suficientes para lograr efectos benéficos sobre la salud, aconsejándose un máximo de 1 hora diaria, para quienes desarrollan actividades al aire libre o en períodos de vacaciones. Los horarios más adecuados se extienden desde las 9:30 horas y hasta las 11:00 de la mañana y por la tarde a partir de las 16 horas (4:00 p.m.). 

Protección solar: Una medida preventiva

Como norma general, los profesionales sugieren que, cualquiera sea la hora en que se exponga a la influencia de las radiaciones solares, se aplique sobre la piel, esté o no bronceada, un producto protector. Tomar sol adecuadamente evita consecuencias a largo plazo, ya que la radiación solar tiene una acción acumulativa y progresiva sobre la piel que puede producir alteraciones fisio­lógicas y patológicas.
El daño mas común y leve es el enrojecimiento de la piel o eritema, un estadio mas complejo es el edema, las ampollas o un cuadro agudo de insolación. Las pecas solares son manchas que se localizan en las zonas más expuestas como el rostro, las manos o el cuero cabelludo, y son lesiones planas con mayor cantidad de pigmento
La consecuencia dermatológica crónica quizá más temida desde la óptima cosmetológica es el “fotoenvejecimiento”, ya que produce arrugas, sequedad, tono amarillento y, en cuadros mas complejos, puede desencadenar un cáncer de piel. Por eso, es preciso considerar que nuestra piel tiene memoria, desde que nacemos registra toda exposición a radiaciones y la acumula. Los excesos producen a largo plazo desequilibrios de variada intensidad, uno de ellos es la perturbación del sistema inmunológico con la consecuente disminución de las defensas.

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