viernes, 21 de marzo de 2014

Organiza tu alimentación y olvídate de la obesidad



Cuando hablamos de “dieta”, hablamos de uno de los procesos fundamentales para la vida: la alimentación del organismo físico. Por esta razón, la dieta, tanto para la alimentación cotidiana como para fines específicos (como bajar de peso), debe ser diseñada por profesionales nutricionistas que conocen los fundamentos bioquímicos del metabolismo de los alimentos y tienen capacidad de valoración de las condiciones e historia clínica del paciente. La dieta más eficaz, es la que se planea según las características particulares de cada individuo, tanto físicas, psicológicas y sociales.
Hoy existen numerosos medios de difusión que proponen un enorme abanico de dietas que, de ser adoptadas por las personas, pueden poner en riesgo la salud del organismo favoreciendo la aparición de enfermedades como la anorexia y la bulimia. Por eso es preciso comprender que en nutrición no hay una fórmula universal, pero sí normas generales para opti­mizar los resultados en la aplicación de una dieta: “la dieta debe ser integral y contemplar todos los nutrientes esenciales para la vida”. 

Dieta variada: El secreto del peso ideal

Todas las sus­tancias presentes en los ali­mentos son impor­tantes en los procesos vitales, solo deben ser administrados en las cantidades y formas que favorezcan la salud. Por ejemplo, las grasas que son nocivas en exceso en su forma saturada (grasa vacuna), pueden y deben ser parte de la dieta en su forma no saturada (pescados y aceites vegetales). Suprimiéndola totalmente también privamos al organismo de vitaminas lipidosolubles que se encuentran asociadas a grasas, como el caso de la A, D, E y K.
Las dietas que se basan en un solo ali­mento carecen de la mayoría de los nutrientes esenciales, y sólo pueden aplicarse por cortos períodos de tiempo y en casos muy específicos. Pues no existe alimento alguno que posea en sí todos los requerimientos nutricionales de un individuo. Por ejemplo, suprimiendo los hidratos de carbono (principio sobre el que se basan algunas dietas) o haciendo hincapié en el consumo de carnes (dietas proteicas), se produce un peligroso desequilibrio nutritivo que suele recargar el trabajo del hígado y los riñones, ocasionando con el tiempo daños irreversibles.
En todos los casos, la alimentación debe ser aceptada, agradable y satisfactoria para el que la consume. No debemos olvidar que seguir una dieta supone un cambio de hábito alimentario, que puede llegar a modificar nuestro propio estilo de vida. Por ello, en lo posible, las dietas deben incluir alimentos de uso habitual en el lugar de residencia de cada uno, aunque no los consumamos de manera habitual. Se debe considerar que un tratamiento dietario siempre es a “largo plazo” y sus resultados se obtienen en períodos de tiempo prolongados. La obesidad no es una enfermedad de solución inmediata, debe tratarse y vigilarse constantemente y el objetivo de todo tratamiento incluye necesariamente la modificación de hábitos nutricionales.

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