viernes, 7 de marzo de 2014

Efectos fisiológicos de la actividad física



Los efectos que produce la actividad física sobre nuestro organismo son realmente asombrosos. Los mecanismos fisiológicos se ven ampliamente favorecidos en un cuerpo entrenado. Mientras los pulmones permiten el ingreso de aire desde la atmósfera y la difusión del oxígeno en la sangre, la actividad física regular mejora los componentes del sistema de transporte de oxígeno. La capacidad aeróbica está estrechamente vinculada con la función cardiorrespiratoria, y su nivel revela la tolerancia y resistencia de una persona a una actividad continua o prolongada.
Cuanto más eficiente es el sistema aeróbico en transportar oxígeno, y los músculos en asimilarlo a través del trabajo metabólico, se producen los siguientes procesos dentro del organismo: aumenta la eficacia del trabajo cardíaco, la resistencia al esfuerzo, la capacidad de recuperación física, la secreción de endorfinas (que mejoran el estado de ánimo), la tendencia a quemar la grasa corporal acumulada y la acción del colesterol bueno sobre el malo.
Por su parte, la actividad aeróbica tiene una clara incidencia sobre la estética y el modelado del cuerpo, ya que además de quemar grasa permite endurecer y tonificar los músculos. A la vez, ciertas actividades y movimientos promueven la proporción muscular ideal, transformando la silueta en una verdadera escultura. 

Continuidad: El secreto del éxito

El entrenamiento físico realizado esporádicamente no conduce a resultados positivos, pues sus efectos se diluyen en el tiempo. Para un óptimo desarrollo de las cualidades físicas, debe existir una “continuidad” en el tiempo; pues toda actividad iniciada e interrumpida no crea hábito ni produce resultados exitosos en el organismo. El trabajo continuo y regular produce la mejora de las capacidades físicas y aeróbicas, promoviendo además un crecimiento de los tejidos, la reposición alimentaria y la síntesis bioquímica.
Estudios realizados rigurosamente demuestran que para la mejora de la fuerza y de la potencia, los mejores resultados se consiguen con trabajos en días alternos, o en días continuos si se trabajan grupos musculares diferentes. Por otra parte, dos días a la semana es el mínimo adecuado para conseguir un desarrollo apreciable. Para el mantenimiento de esta cualidad parece suficiente un día a la semana. Sin embargo, para la mejora de la resistencia y de la flexibilidad es imprescindible un trabajo diario.
Por su parte, el descanso corporal  entre cada sesión de entrenamiento es decisivo para obtener resultados favorables, y evitar que los efectos del ejercicio físicos se transformen en perjuicios. En este sentido, el intervalo entre un entrenamiento y otro debe ser el necesario para que cuerpo se recupere del esfuerzo y aprovisione energía nuevamente para continuar con el trabajo físico. A veces es necesario descansar dos días en lugar de uno, dependiendo siempre de la intensidad del entrenamiento. Por encima de este tiempo el ejercicio físico no produce resultados, mientras que por debajo de él, las posibilidades de fatiga y cansancio muscular se acrecientan.

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