viernes, 14 de marzo de 2014

Síntomas de un inminente "estrés"



Es muy importante puntualizar la sintomatología propia del estrés, dado que es muy frecuente responsabilizar a los estados de estrés de todo síntoma asociado indirectamente con él. Una apreciación poco profunda puede producir graves errores de diagnóstico, sobre todo en personas predispuestas al estrés patológico. Los síntomas característicos de un estado de estrés pueden ser:
• Espasmos esofágicos y/o gástricos.
• Mareos, náuseas y/o acidez estomacal.
• Dolores de cabeza, dolor de pecho, cuello y/o espalda.
• Fatiga, angustia, depresión e insomnio.
• Estreñimiento o diarrea.
• Pérdida de memoria.
• Micciones frecuentes y sudoración excesiva (más de lo normal).
• Ansiedad y/o carácter irritable. 

Mujeres: Más fortaleza y menos estrés

Existen diferencias sustanciales entre hombre y mujer, vinculadas a su capacidad de responder a los desafíos de la vida. La mujer tiene mejor respuesta al estrés del nacimiento y registra el menor índice de mortalidad infantil, es más longeva y mantiene por más tiempo sus capacidades activas (vista, oído memoria), posee mejor irrigación cerebral en la ancianidad y preserva por más tiempo el uso de sus miembros. Estudios realizados sobre la constitución del cerebro, permiten profundizar en la comprensión de ciertas actitudes propias de cada sexo. En el femenino predomina el hemisferio izquierdo, cuyas funciones características se refieren al lenguaje, la lógica y los procesos abstractos, lo que explica que las mujeres comiencen a hablar antes que los varones y enfrenten el estrés de una manera más racional y explícita.
Los lapsos prolongados de estrés requieren de ciertas condiciones para superarlos sin secuelas negativas, pues en estas circunstancias se contraen los vasos sanguíneos superficiales que dan calor a manos y pies, aumenta la sudoración (lo que enfría el cuerpo) y el apetito tiende a reducirse haciendo necesario contar con una fuente alternativa de energía. En este sentido, la mujer tiene mayor proporción de grasa con respecto al músculo que los hombres, tiene mejor protección contra el frío y libera mas lentamente la energía.
Otro aspecto importante está relacionado con el control de la agresividad. A partir de los dieciocho meses de edad, las niñas adquieren mayor dominio sobre sus impulsos que los varones, lo cual, unido a su avanzado manejo de la expresión verbal, les permite elaborar mejores estrategias para hacer frente a las situaciones de estrés.

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