viernes, 28 de marzo de 2014

Actividad física y calidad de vida



La actividad física puede mejorar la calidad de vida de las personas de todas las edades en muchos aspectos.  Los estilos de vida activos proporcionan a las personas adultas continuas oportunidades de hacer nuevos amigos, mantener los vínculos sociales y relacionarse con personas de todas las edades.  La mejora de la flexibilidad, el equilibrio y el tono muscular pueden ayudar a prevenir las caídas, que son una causa importante de discapacidad entre las personas de edad.  Asimismo mantener el cuerpo en forma es un requisito indispensable para conservar la lucidez y creatividad mental. La actividad física también contribuye en gran medida al tratamiento de algunos problemas relacionados con el estrés, como la ansiedad o depresión.
Las sesiones de entrenamiento físico organizadas, adaptadas a la condición física de cada uno, o un simple paseo por el parque pueden brindar oportunidades para hacer nuevos amigos y para mantener los vínculos con la comunidad, contrarrestando así los sentimientos de soledad y de exclusión social.  La actividad física también puede ayudar a mejorar los niveles de confianza en uno mismo y la autoestima, factores que constituyen la base del bienestar psicológico. 

Nunca es tarde para empezar

Los efectos de la inactividad prolongada o sedentarismo se hacen notar a partir de los 25 años de edad: los músculos del cuerpo tienden a aplanarse, a perder fuerza y a endurecerse si no se los trabaja correcta y periódicamente; lo mismo ocurre con la flexibilidad, hay que ejercitarla si no queremos perderla. Todo esto nos demuestra hasta qué punto una vida sedentaria influye de manera negativa en nuestra calidad de vida. Sin embargo, los beneficios de la actividad física pueden disfrutarse incluso si la práctica regular comienza en una etapa tardía de la vida.  Si bien mantenerse activos desde la juventud puede ayudar a prevenir muchas enfermedades, el movimiento y la actividad regulares también ayudan a aliviar la discapacidad y el dolor asociados con enfermedades comunes entre las personas de edad, como  la  artritis,  la   osteoporosis y la hipertensión.
Lo ideal es tomar la decisión de empezar a mover el cuerpo, de forma gradual y sin grandes esfuerzos. Así el cuerpo se acostumbra poco a poco a recibir los beneficios que se derivan del entrenamiento físico diario. Desde un punto de vista práctico, lo primero es elegir una actividad aeróbica para mantener entrenado el sistema cardiovascular y disminuir la grasa corporal. Luego se adapta la actividad a unos 20 o 30 minutos diarios. Se puede optar por ciclismo, natación, caminata, trote o baile. Si el tiempo para realizar las actividades no es el indicado, sólo se debe buscar un momento libre y dedicar aunque sea unos pocos minutos varias veces al día hasta completar el tiempo total. Luego se sumarán ejercicios de fuerza junto con sesiones de estiramiento y relajación corporal.

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