viernes, 21 de marzo de 2014

Obesidad: Un factor de riesgo que debe considerarse



La obesidad es una enfermedad crónica no trasmisible y es a la vez un factor de riesgo de muchas patologías como por ejemplo: diabetes mellitus, hipertensión arterial, arterosclerosis, accidentes vasculares, dolencias del corazón, afecciones óseas y articulares (columna vertebral, rodillas, tobillos y pies) y várices, entre otras. Por la incidencia del peso corporal y de la acumulación de tejidos grasos, se producen desórdenes tanto fisiológicos como metabólicos. A la vez, la deformación de la figura suele acarrear problemas psicológicos y sociales, favoreciendo el aislamiento de quien padece de obesidad.
En este sentido, las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la obesidad, suelen ser padecimientos incapacitantes, por ello el costo humano y económico resultante puede ser muy alto si no se actúa preventivamente a tiempo y con los medios adecuados. Cuando el cuerpo acumula más kilos de los que la estructura ósea puede soportar, la persona pierde la movilidad y se recluye en una cama. En este estado, el tratamiento de la enfermedad es muy difícil. 

Clases de obesidad

Se han establecido dos tipos de clasificaciones de la obesidad, determinada uno por la edad y la otra por el lugar de acumulación del tejido graso. De acuerdo a la edad en que se desarrolla la enfermedad, pueden establecerse dos tipos de obesidad:
Endógena: caracterizada por el incremento en la cantidad de células grasas en el organismo (hiperplasia); se desarrolla en etapas tempranas de la vida.
Exógena: su rasgo esencial es la hipertrofia o el incremento en el tamaño de las células grasas; se presenta en la edad adulta y su tratamiento es bastante sencillo.
Por otra parte, de acuerdo al lugar de acumulación de tejido graso, la obesidad se divide en:
Ginecoide: la grasa tiende a radicarse en las caderas. El cuerpo adquiere la forma de una pera y generalmente se presenta en las mujeres.
Androide: supone mayor riesgo cardiovascular y la grasa se distribuye principalmente en el abdomen. El cuerpo adquiere la forma de una manzana y generalmente la padecen los hombres.
 

Una cuestión de hábitos

Los hábitos alimentarios son modifica­bles; una adecuada alimentación es algo que puede lograrse con orientación profesional y la predisposi­ción necesaria para corregir hábitos arraigados tal vez desde la infancia, edad en la que aprendemos a alimen­tarnos y adoptamos la mayoría de los referentes culturales. Hoy la obesidad infantil es un flagelo universal, que dará seguramente como resultado adul­tos obesos con un alto grado de riesgo sanitario.
Reducir peso mediante una dieta basa­da en correctos principios alimentarios, no es tal vez una tarea fácil, pero es el camino más seguro y confiable no sólo para mantener el peso adecuado, sino para conservar un óptimo estado de salud general. La obesidad debe tratarse y controlarse antes que repercuta en todo el organis­mo y nos conduzca a desarrollar diver­sas patologías.

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