jueves, 6 de junio de 2013

Convertirse en el deseo


“Hoy en día, ¿eres la mejor versión de ti mismo que puedes ser? Cada día de tu vida, ¿te conviertes en la mejor persona que puedes ser? Cuando la respuesta se acerque a un sí, día tras día te convertirás en una mejor persona, o al menos, en la mejor versión de ti mismo que puedes ser en el presente.” 

Si deseamos establecer una relación de pareja perfecta o convertir una relación actual en ideal, debemos comenzar por nosotros. Las leyes infalibles se aplican a nosotros primero, y luego por añadidura alcanzan a los demás.  Debemos convertirnos en aquello que deseamos acontezca en nuestras vidas, debemos ser como queremos que sean los demás con nosotros. Recibimos sólo lo que damos, y eso sucede por ley.
Una de las ilusiones más terribles a las que nos somete la mente es la idea de que acompañados vamos a estar mejor que solos. Pero lo cierto es que es imposible estar bien acompañados, si primero no estamos bien solos. La felicidad y el bienestar anteceden cualquier vínculo. Una persona que no se siente bien sola, atrae a su vida a personas y situaciones acorde a sus pensamientos y sentimientos dominantes, aunque al principio parezcan “salvadoras”. Ello explica en parte porque la mayoría de las relaciones de pareja se convierten con el tiempo en “disfuncionales”, porque en algunos de sus integrantes siempre existió el temor a la soledad. El miedo es una energía destructiva, por eso nada que se sustente en él puede perdurar en el tiempo. Como contraparte, todo lo que se sustenta en el amor, tiende a perpetuarse.
Para aliviar el dolor, la mente continuamente crea imágenes ilusorias de situaciones potenciales del pasado proyectadas en el futuro, cuando en realidad lo que hace es extenderlo en el tiempo. Al creer que algo va a cambiar “en el futuro”, nos perdemos la posibilidad de experimentar el ahora, y en realidad dejamos de vivir. La pérdida del presente es la pérdida de la conciencia, de todo lo que puede acontecer a cada instante… que se desperdicia al permanecer en un constante estado de inconsciencia. Podemos dejar de vivir en “piloto automático” desde el preciso momento en que nos hacemos conscientes de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras palabras y nuestras acciones. La “coherencia” entre el pensar, sentir, expresar y actuar es el ejemplo más claro de una vida en estado de plena conciencia.


Confía plenamente en tu capacidad interior de crear la vida que deseas tener. Pero para crear esa vida, o convertir ese sueño en realidad, debes acompañarlo con tus palabras. Que tus palabras sean bellas, bonitas y positivas. 

Nuestro lenguaje es tan rico que podemos decir lo mismo de veinte maneras diferentes. Por eso, cada vez que utilicemos las palabras como modo de expresión y comunicación, debemos tratar de seleccionar aquellas más dulces y amables. Nuestras palabras demuestran de alguna manera nuestro estado interior, al igual que nuestros silencios. Y en una relación de pareja, palabras y silencios son determinantes para su crecimiento y enriquecimiento. De palabras y silencios se puede construir la relación más sólida o la más frágil. Pero si seguimos las cinco leyes infalibles, cada expresión va a servir para construir en lugar de destruir. Y la coherencia de esas palabras va a estar dada finalmente por aquello que nos define como personas: nuestras acciones.
Es preciso comprender que se necesita mucha valentía para ser una persona íntegra y coherente en todos los ámbitos de la vida, disociarlos es finalmente vivir una ilusión de que tenemos control sobre todo cuando en realidad deberíamos sólo aceptar las circunstancias y personas como son. Creer tener control sobre las cosas es un gran indicio de que no tenemos control sobre nosotros mismos. Por eso la primera relación siempre comienza con uno mismo. Luego de estar bien con nosotros, y conseguir la coherencia entre pensamiento, palabra y acción, es posible establecer relaciones sanas y profundas con los demás. 


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