El azúcar blanco refinado ha sido señalado como la
responsable de producir ciertos trastornos en el organismo como caries,
obesidad, diabetes, hiperactividad, hipoglucemia, infecciones vaginales y hasta
cambios en el carácter. Sin embargo se ha demostrado que no toda la culpa es
del azúcar, aunque en la actualidad se reconoce un excesivo consumo de ella.
Según estadísticas científicas, las personas adultas
obtienen un 20 por ciento de sus calorías directamente del azúcar. En una dieta
diaria de 2.200 calorías representa 110 gramos de azúcar, es decir, unas 28
cucharadas de té por día. Por su parte, los niños y los adolescentes consumen
mucho más cantidad de azúcar proveniente principalmente de las golosinas y las
bebidas cola. La realidad es que el azúcar proporciona energía pero carece de
nutrientes.
Lo ideal es consumir hasta un 10 por ciento dentro
de la dieta y de fuentes más naturales y menos procesadas, como la leche y las
frutas. Así se pueden aprovechar los beneficios nutricionales de estos
alimentos junto con el sabor y las calorías del azúcar.
Radiografía del azúcar
Químicamente, todos los azúcares tienen más o menos
la misma composición. El azúcar blanco es un hidrato de carbono simple
compuesto a su vez por dos azúcares simples: la fructuosa y la glucosa. Estos
componentes son los mismos que se encuentran presentes en la miel, la melaza,
el azúcar negra y los edulcorantes elaborados a partir de jugos concentrados.
Muchas personas creen que los azúcares naturales como la miel y los
edulcorantes a base de jugos son más nutritivos que el azúcar refinado blanco,
pero todos proporcionan calorías sin nutrientes a nuestra dieta. Sólo la melaza
de la caña de azúcar contiene calcio y hierro, la cual es un subproducto en la
fabricación del azúcar refinado. Y el hierro de la melaza proviene de la
maquinaria utilizada para elaborar el azúcar, no del azúcar mismo.
Sin bien la energía que el cuerpo utiliza siempre
finaliza como glucosa en nuestra sangre, la diferencia de las otras fuentes
naturales, como los granos, frutas, vegetales y otros hidratos de carbono
complejos, consiste en la extracción y el aprovechamiento que el metabolismo
hace de las vitaminas esenciales, minerales y fibras con las que el azúcar viene
acompañado.
El azúcar y su relación con las enfermedades
El azúcar en algún punto está relacionado con el
problema del sobrepeso u obesidad. Hasta hace poco tiempo los especialistas en
nutrición consideraban que las grasas eran las verdaderas culpables del aumento
de peso y que los azúcares sólo jugaban una función menor, pero la realidad les
demostró que es muy fácil engordar consumiendo grandes cantidades de azúcar.
Para entender mejor esto existe un precepto fundamental: para bajar de peso o
mantener la figura es necesario gastar más calorías de las que se consumen; y
cuando hablamos de calorías incluimos tanto a las grasas como los azúcares.
Muchas personas que ingieren menos de 25 gramos de grasas por
día no consiguen mantener su peso porque consumen demasiados alimentos bajos o
exentos de grasa pero que contienen una gran cantidad de azúcares. “Libre de
grasas no significa libre de calorías”, y si la persona en lugar de comer una o
dos galletas bajas en grasas, consume el paquete entero, jamás conseguirá bajar
de peso.
Dientes sanos... dientes dulces
En otro sentido, aparece el azúcar como enemigo
número uno de los dientes sanos. Es cierto que las caries no se producen si no
está presente alguna forma de azúcar. Pero las bacterias producen sus ácidos
con la ayuda de cualquier tipo de azúcar, ya sea que ésta provenga del mismo
azúcar blanco refinado, de los alimentos ricos en almidón (como el pan o las
papas), de fuentes naturales (como la leche o las frutas), o de productos
procesados como las golosinas y las bebidas gaseosas.
La clave para conservar dientes sanos no es
precisamente eliminar el azúcar de la dieta, sino más bien aumentar la higiene
bucal. La mayoría de las personas que no tienen caries comen con regularidad
caramelos y todo tipo de dulces, sólo que cepillan sus dientes y utilizan el
hilo dental con regularidad, removiendo el azúcar de sus bocas antes de que se
produzca algún daño.
Diabetes y azúcar: ¿una relación imposible?
Las personas que padecen de diabetes pueden consumir
moderadas cantidades de azúcar, siempre que lo hagan como parte de una dieta
balanceada que incluya proteínas y grasas. La realidad demuestra que los
diabéticos pueden consumir todo tipo de hidratos de carbono, incluyendo
azúcares. Lo más importante es vigilar la cantidad total, no el tipo de
hidratos de carbono que se consumen por día.
Siempre se les ha recomendado a las personas que
padecen de diabetes que se olvidarán del azúcar y los productos alimenticios
que la contienen, porque estos alimentos pueden incrementar sus niveles de
glucosa en la sangre, que de por sí ya son bastante elevados. El consumo de
productos como el pan, arroz, papas o, inclusive, zanahorias, puede tener el
mismo efecto en los niveles de azúcar en la sangre que la ingestión de
caramelos o tortas. Asimismo, el consumo de alimentos que contienen grandes
cantidades de azúcar puede incrementar fácilmente los niveles de azúcar en los
diabéticos. Lo ideal es que los alimentos ricos en azúcar sean sustituidos por
otro tipo de hidratos de carbono, en lugar de ser simplemente agregados a las
comidas.
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