martes, 4 de febrero de 2014

Músculos entrenados: La receta de la salud perdurable



La actividad física reduce notablemente el riesgo de una muerte prematura. Más aún, el desarrollo muscular promueve el bienestar físico y mental, a la vez que mejora la capacidad de fuerza y resistencia del cuerpo. Un entrenamiento moderado que se siga diariamente garantiza una vida más larga. Sin embargo, un exceso de actividad o esfuerzo físico reduce la expectativa de vida. Aunque la tendencia actual va en la dirección opuesta: la inactividad total. Nuestra actividad física actual es dos tercios inferior a la de 100 años atrás. Pero cada músculo necesita 300 estímulos por día para formarse, y por lo menos 200 para mantenerse en forma.
Del músculo depende todo el cuerpo. Si el cuerpo permanece inactivo, los órganos disminuyen su rendimiento, el corazón se atrofia y los músculos se vuelven débiles y flácidos. El ritmo de vida actual prácticamente nos obliga a permanecer sin actividad: de la cama a la silla para desayunar, de la silla a la butaca del auto para ir al trabajo, luego el ascensor y finalmente la silla del escritorio de la oficina. Y lamentablemente el ciclo se repite inversamente cuando volvemos del trabajo al hogar. Así sucesivamente el cuerpo se olvida de la actividad, y comienzan a surgir una larga lista de problemas de salud.
La silla: Enemiga de la salud y el bienestar

En la actualidad, la mayoría de las personas permanece más tiempo sentadas que paradas o en movimiento. Pero lo cierto es que el hombre no ha sido concebido para vivir sentado e inactivo, ya que la historia de la evolución revela todo lo contrario: elevamos las manos del suelo, levantamos la cabeza, estiramos la cadera y enderezamos la rodilla, para poder finalmente, después de millones de años, caminar derechos por el mundo. Sin embargo, desde hace casi dos siglos que la silla nos condena a una postura antinatural:  pone en reposo el esqueleto y los músculos, reduce la respiración, les roba a los pies el apoyo firme en el piso, atrofia los músculos de las piernas y la espalda, reduce la estabilidad de la pelvis y restringe la flexibilidad de la columna vertebral. El resultado inmediato es la falta de fuerza para levantarnos, lo que optamos nuevamente por sentarnos.
Aunque parezca increíble, permanecer sentado produce adicción. Por el sólo hecho de estar “cómodos” en una silla aceptamos las hemorroides, la columna vertebral torcida, dolores de cabeza, tensiones y hernias discales. A1 estar sentado, se atrofian los músculos del esqueleto y la materia grasa inunda todo el cuerpo. Con cada gramo menos de masa muscular, la piel se afloja más, los huesos se vuelven más quebradizos, el sistema inmunológico se debilita, la mente se vuelve menos despierta. Pero esto puede revertirse, tan sólo debemos dejar la silla y comenzar a mover los músculos de las piernas y los brazos, adoptando una actitud más activa y vital.

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