sábado, 1 de febrero de 2014

Cambia tus hábitos y dile adiós a la fatiga



En algún momento de la vida, la mayoría de las personas padecen algún tipo de fatiga. Durante esos lapsos es común perder el entusiasmo y la energía, agotarse con facilidad y despertar con la sensación de que el sueño no ha sido reparador, sino más bien todo lo contrario. En ciertas oportunidades, cuando la fatiga invade el cuerpo, cuesta trabajo concentrarse en las actividades rutinarias, mantener el interés por la recreación y establecer contacto con familiares y amigos. Más aún, para algunas personas este lamentable estado llega a hacerse crónico y, en casos extremos, puede conducirlas a experimentar una depresión debilitante que debe ser tratada cuanto antes. Los médicos en ocasiones llaman agotamiento nervioso a este conjunto de síntomas.
La fatiga crónica es uno de los motivos más comunes de consulta con médicos y terapeutas (médicos naturistas), y también uno de los trastornos más difíciles de prevenir y tratar, pues en él suelen intervenir más de una causa desencadenante. En general, los mejores resultados se obtienen mediante la aplicación de un tratamiento combinado, es decir, en el que se consideren los aspectos físicos, psicológicos, espirituales y emocionales del paciente.               Si quedan descartadas las causas físicas, los especialistas ayudan al paciente a examinar su vida para hallar una posible causa psicológica. 

Ejercicio y alimentación sana para mayor energía

La fatiga crónica puede convertirse en un círculo vicioso al ocasionar debilitamiento físico y preocupación, dos consecuencias que lo hacen empeorar; tanto el terapeuta como el paciente deben desplegar toda su paciencia y esfuerzo para revertir la situación. En principio, es indispensable procurarse suficiente descanso nocturno y, de ser posible, hacer ejercicios de relajación y respiración. Hay que aprender a expresar los propios sentimientos y no reprimirlos ni acumularlos, de lo contrario el cansancio puede manifestarse como un síntoma de emociones ocultas. También es aconsejable seguir un programa moderado de actividades y ejercicios al aire libre (las caminatas son una estupenda terapia para revertir el cansancio crónico).
Por su parte, la dieta de quien padece fatiga debe ser equilibrada, y las comidas regulares; quizá una pequeña colación rica en proteínas entre comidas ayude a combatir el cansancio (por ejemplo, en emparedado de huevo con lechuga, o una taza de legumbres hervidas). Es necesario reducir el consumo de azúcar y evitar los estimulantes como la cafeína, que se encuentra en el café, el té y las bebidas cola.
Hay que asegurarse de ingerir suficientes vitaminas y minerales, en particular hierro, cinc, magnesio, potasio, vitamina C y ácido fálico. Para ello conviene incrementar diariamente el consumo de alimentos lácteos descremados, levadura de cerveza, germen de trigo, fruta fresca y seca, verduras de hoja verde oscuro y derivados de soja, o bien, tomar un complemento de vitaminas y minerales durante un mes (siempre prescripto por un médico), de preferencia uno que posea hierro. Finalmente, es recomendable no consumir comidas pesadas (con grasa y picantes) al mediodía ni durante las tres horas anteriores al momento de ir a dormir.

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