viernes, 7 de febrero de 2014

La actividad cerebral que cambia nuestra perspectiva



Nuestro cerebro es una máquina perfecta capaz de transformar nuestra realidad en algo increíble e inimaginable. Para que eso suceda, cada hemisferio cerebral cumple funciones diferentes. El lado izquierdo de nuestro cerebro es el responsable de la lógica, de la mente analítica, de los cálculos, del aprendizaje de un idioma. Allí se acumulan datos, cifras, detalles. En cambio, la parte derecha representa la creatividad. Allí se generan imágenes, sentimientos, soluciones integrales de problemas, poemas, sueños y nuevas ideas. En una situación ideal, ambas partes trabajan en conjunto: en este caso, podrían captarse mejor las conexiones complejas, para encontrar soluciones totales. Pero en general, las dos partes del cerebro actúan así muy pocas veces; y debido a una cuestión de trasmisión nerviosa, con menor frecuencia en los hombres.
La visualización es un ejercicio que ayuda a conectar la parte izquierda del cerebro con la derecha, y a estimular a otras regiones para colaborar en el trabajo de integración. Aprender a pensar en imágenes no es complicado, sólo es cuestión de practicar asiduamente hasta que el cerebro se acostumbre. Para ello nada mejor que comenzar una sesión de visualización con los siguientes ejercicios: 

Primer ejercicio: visualizar un objeto
Imagínate un objeto sencillo, por ejemplo una pirámide de cristal, totalmente pulida y trasparente. Trata de ver con tu visión interior su forma, su coloración, mentalmente tómala en tu mano y siente su energía. Quizás, al principio, tengas dificultades para imaginarte objetos y sentimientos que no son reales. Pronto, la imagen delante de tu mirada interior será cada vez más clara. Entrena tu mirada interior durante 5 minutos. Una vez que hayas integrado la imagen, realiza el próximo ejercicio. 

Segundo ejercicio: pensar emotivamente
Busca ahora entre tus recuerdos una imagen más compleja: un día en la montaña. Deja que tus pensamientos paseen junto a cada detalle. Sentirás el sol en tu piel, percibirás el viento en tu rostro, sentirás el aroma de los árboles, oirás el grito de los pájaros y verás la inmensidad del cielo. Si lo haces durante 5 minutos, este paseo mental te relajará tanto, como si en realidad estuvieras disfrutando de un día de campo en las montañas.
Aunque no se consigan los resultados de inmediato, es preciso insistir con la práctica y evitar abandonarla. Al comienzo, se necesitarán dedicar unos treinta minutos diarios para conseguir visualizar imágenes en forma plástica y nítida, y sentir así los beneficios en el cuerpo y la mente. Más adelante, cuando la creatividad y el pensamiento positivo sean parte de nuestro ser, se pueden dedicar tan sólo treinta minutos por semana. La visualización fortalece el sistema inmunológico, normaliza el funcionamiento hormonal y mejora los estados depresivos. Además, puede elevar el autoestima y energizar los deseos y actitudes hacia el futuro.

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