jueves, 13 de febrero de 2014

Modifica tu dieta y olvídate del estrés



Para comenzar a adoptar un estilo de vida sin estrés incluye en tu dieta cotidiana alimentos naturales, frescos y ricos en vitaminas. Al mismo tiempo debes dejar de lado algunos hábitos que potencian los estados de ansiedad y estrés. Por ejemplo, tanto la cafeína como la nicotina estimulan la producción de adrenalina, la cual agrava la respuesta del estrés en el cuerpo. Por consiguiente, si te sientes tenso, es aconsejable que reduzcas al mínimo el consumo de té y de café, evitando beber más de tres tazas al día. Utiliza café descafeinado o malta torrada, e ingiere más zumos de fruta fresca y agua mineral.
Realiza de 6 a 7 comidas por día en pequeñas cantidades, sobre todo cuando estés tenso, ya que 1a hipoglucemia (baja concentración de azúcar en sangre) provoca la segregación de adrenalina. Evita los alimentos con un alto contenido en azúcar, ya que satisfacen de inmediato tu apetito pero producen rápidamente energía que es transportada por la sangre, estimulando así la segregación de insulina. Luego la insulina procesa el azúcar y vuelves a sentir hambre nuevamente, con lo que oscilan las concentraciones de azúcar en sangre. Esto no pasa si consumes algún hidrato de carbono complejo, como pan, pastas o cereales. 

Cigarrillo y alcohol: Enemigos de la buena salud

Si fumas, es posible que utilices al tabaco como sustituto de la comida. Ésta no es una actitud adecuada para enfrentarte al estrés. Después de un breve período de tiempo, te sientes tranquilo, pero la tensión sigue estando ahí y el tabaco continúa dañando tu salud. Para ello, llevar una buena dieta es decisivo para contrarrestar los efectos nocivos de la nicotina. Cambia tus hábitos alimenticios de forma gradual, sustituyendo los alimentos poco saludables (como dulces, grasas o picantes) por otros más sanos a un ritmo que puedas controlar. Al mismo tiempo, trata de reducir el consumo de tabaco y aléjalo definitivamente de las comidas. Recuerda que modificar tus hábitos no debe transformarse en otro factor de estrés.
Respecto al alcohol, si lo consumes con moderación, puede hasta formar parte de una dieta saludable. Por ejemplo, un vaso de vino tinto fino por día aporta ciertos beneficios al cuerpo: reduce el riesgo de sufrir un ataque al corazón y facilita cierta relajación. Sin embargo, ingerir cantidades excesivas de alcohol contribuye a que se produzcan estados depresivos, provoca hipertensión, un bajo nivel de testosterona y de apetito sexual, y reduce el número de espermatozoides. A largo plazo, el metabolismo del alcohol genera acetaldehído, una sustancia tóxica que perjudica notablemente el hígado, las células nerviosas y el músculo del corazón. Intenta de a poco reemplazar el alcohol por otras bebidas más naturales que no lo incluyan.

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