martes, 18 de febrero de 2014

Cinco reglas prácticas para un estilo de vida más positivo



Un estilo de vida positivo se basa fundamentalmente en la visión y actitud que tenemos frente a las situaciones cotidianas. En este sentido, mejorar nuestra capacidad mental hacia un estado de optimismo coherente sirve para tratar de cambiar nuestra forma de ver el trabajo, de ver los desafíos que nos ofrece cada día, de ver claramente nuestras metas y también de poder evaluar los resultados. Para ello, a modo de guía práctica, se han propuesto cinco reglas básicas que harán de cada instante en la vida un momento placentero, desafiante y altamente positivo: 

1. Definir objetivos de vida claros y coherentes: En primer lugar se trata de ponerse metas asequibles y aumentar progresivamente nuestros desafíos, porque "los desafíos de la actividad son los que nos fuerzan a concentrarnos" y la concentración es importante para poder disfrutar de un momento. Una personalidad sólida y convincente será capaz de establecerse sus propias metas, intentando evitar más influencia externa de la deseada. En concreto, tener claras nuestras metas y nuestros deseos es fundamental para disfrutar de la vida, pues "quien sabe cuáles son sus deseos y trabaja con el propósito de lograrlos es una persona cuyos sentimientos, pensamientos y acciones son congruentes entre sí y, por lo tanto, es una persona que ha logrado una armonía interior".
2. Perseverar frente a los fracasos: Por supuesto, es necesario querer y estar dispuesto a "perseverar a pesar de los obstáculos" y tener claro que "el disfrute no depende de lo que tú haces, sino de cómo lo haces", porque la forma de hacer algo puede mantenernos concentrados disfrutando o mantenernos aburridos o desesperados.
Uno debe concentrarse en la actividad que esté realizando, ya sea estudiar, asistir a clase o fregar los platos. Ciertamente, puede resultar difícil mantener la concentración en una actividad concreta durante todo el tiempo, pero eso es muy importante, como ejercicio, para poder disfrutar con tal actividad.
3. Enfrentar los contratiempos: Siempre es posible transformar la adversidad en un desafío que pueda proporcionarnos placer. Esta característica puede convertirse en la virtud más necesaria para la supervivencia y con más probabilidades de mejorar nuestra propia calidad de vida.
4. Promover los valores humanos: Existen cualidades muy importantes que deben practicarse, como son la autoconfianza sin egoísmo y la humildad; porque las personas que consiguen cultivar esos valores en sus desafíos no destinan sus energías a dominar su entorno, sino a encontrar una manera armoniosa de funcionar dentro de él. Esto no es una manera de pensar las cosas, sino una auténtica filosofía de vida.
5. Buscar soluciones creativas para enfrentar los problemas: Nunca hay que frustrarse ante el fracaso o la adversidad. Es indudablemente mejor tener amplitud de miras para descubrir soluciones alternativas que, aunque sean peores de lo que uno quisiera, seguro que son mejores que hundirse bajo esos obstáculos. Con el tiempo, es muy probable descubrir que tales obstáculos no eran tan grandes.

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