miércoles, 21 de agosto de 2013

Los mejores antibióticos naturales



Desde que hace más de medio siglo Fleming descubriera por casualidad la acción antibacteriana del moho penicilum, la medicina ha triunfado en muchas áreas con la ayuda de los antibióticos; pero los microorganismos se hacen cada vez más resistentes a ellos, lo que obliga a crear antibióticos cada vez más activos. Se crea así un concepto de la medicina como «guerra sin cuartel», a la vez que un círculo vicioso difícil de romper. De ahí la creciente necesidad de encontrar alternativas a estas drogas.
La más sensata parece ser la que ofrecen los fitoterapéutas. Existe, en efecto, una gran variedad de plantas capaces de enfrentarse con bacterias, hongos, parásitos y virus. Pueden actuar matando limpiamente al organismo invasor (el ajo y la cebolla funcionan de esta forma en infecciones de garganta), protegiendo los tejidos de la invasión (como hace el enebro), o creando un ambiente antiséptico, como el aceite de maíz y la grama en el tratamiento de las infecciones urinarias.
Cabe citar como antisépticos generales a la lavanda, la menta, el eucalipto, la valeriana y el boldo; la genciana, la nuez vómica, la avena y la trementina fortalecen las defensas naturales. Pero la más eficiente es la equinácea, a la vez antibiótica y estimuladora del sistema inmunológico.
En la mayoría de los casos se aconseja complementar la acción de las plantas con vitaminas. Las poderosas A, C y E tienen el efecto de incrementar las resistencias naturales a cualquier infección.

Una aspirina natural


Considerada «remedio para todos los males», la aspirina es el medicamento más popular, extendido y aceptado. Todos hemos experimentado el alivio producido por sus excelentes efectos analgésicos, antireumáticos, antinflamatorios y antipiréticos (contra la fiebre). Pero también presenta sus problemas: puede provocar úlceras gastroduodenales, alergias y lesiones renales, y está contraindicada en algunos casos.
La alternativa natural para estos problemas puede consistir en comer un puñado de almendras, aunque sus efectos sean más lentos. La explicación es sencilla: un grupo de investigadores norteamericanos ha descubierto que las almendras —como las patatas y casi todas las frutas, aunque éstas en menor grado— contienen una buena proporción de salicilatos, sales formadas por el ácido salítico y una base que constituyen el principal agente activo de la aspirina, al que se deben los milagrosos efectos de este popular fármaco.
Por si fuera poco, las almendras poseen, además, un alto valor calórico y proteínico. Ayudan a la regeneración del sistema nervioso y son un buen antiséptico intestinal. En Sudamérica se utilizan para curar diarreas, irritaciones en las vías urinarias, bronquitis y pulmonías, considerándose el aceite de almendras un buen remedio para los sabañones y dolores de oído.

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