viernes, 16 de agosto de 2013

Algunos prejuicios sobre las "grasas"



Para bajar de peso se debe seguir una dieta reducida en grasas pero la gran mayoría de las personas creen que es someterse a comidas que no tienen sabor, no dan energía y no sacian el apetito, por eso le huyen.
Esto es totalmente al revés de lo que se piensa, por ello, a continuación detallo los principales prejuicios respecto a la función de las grasas en la dieta diaria:

Menos grasas, menos sabor: el sabor en las comidas no lo proveen las grasas sino los ingredientes adecuados. Se pueden preparar platos bajos en grasas y que tengan un sabor apetitoso. Por eso, se tiene que condimentar las comidas con hierbas aromáticas, especias y verduras frescas. Además, la utilización de condimentos naturales aporta al cuerpo minerales y vitaminas.
Las grasas son las únicas que sacian el hambre: se ha podido comprobar que las comidas ricas en grasas sacian menos que las que poseen poca cantidad y en donde predominan las proteínas y los hidratos de carbono. Muchas veces, la sensación de saciedad llega al cerebro a través de la sangre y no de los nervios. Esto demuestra que uno de los principales transmisores de saciedad como la glucosa provenga mayoritariamente de los hidratos de carbono y no de las grasas. Además, se cree que las grasas, a largo plazo, aumentan la sensación de hambre porque neutraliza los receptores de saciedad del cerebro.
Las grasas son las que proporcionan energía: todo lo contrario, la ingesta de pocas grasas pero no saturadas sino provenientes de legumbres, cereales y pastas proveen energía al cuerpo tanto o más que los hidratos de carbono y las proteínas. Por eso, los deportistas de alta competición basan, muchas veces, su alimentación en este tipo de comidas.

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