También conocida como reflexoterapia, la reflexología parte
de la creencia que existen unos canales naturales en el cuerpo humano que
discurren desde los pies a la cabeza y cuya función primordial es comunicar
diferentes zonas del organismo. Por ejemplo, masajeando un determinado punto en
la planta del pie podemos suavizar e incluso eliminar el dolor de cabeza.
Para los reflexologistas o terapeutas, esta terapia está indicada en un buen número de dolencias que incluyen desde el asma hasta los problemas renales pasando por la diabetes o la hipertensión. Igualmente es útil para males tan actuales como perjudiciales: estrés, ansiedad y depresión. La reflexología únicamente está contraindicada en casos de fracturas óseas o problemas de ligamentos.
La clave: Caminar descalzos
El funcionamiento de la reflexología es realmente sencillo y se basa en la idea de masajear suave, pero constantemente, las palmas de las manos y especialmente las plantas de los pies, utilizando siempre los dedos pulgares. La zona refleja más importante del cuerpo se encuentra en la planta del pie donde se halla representado casi todo el organismo.
Para los reflexologistas o terapeutas, esta terapia está indicada en un buen número de dolencias que incluyen desde el asma hasta los problemas renales pasando por la diabetes o la hipertensión. Igualmente es útil para males tan actuales como perjudiciales: estrés, ansiedad y depresión. La reflexología únicamente está contraindicada en casos de fracturas óseas o problemas de ligamentos.
La clave: Caminar descalzos
El funcionamiento de la reflexología es realmente sencillo y se basa en la idea de masajear suave, pero constantemente, las palmas de las manos y especialmente las plantas de los pies, utilizando siempre los dedos pulgares. La zona refleja más importante del cuerpo se encuentra en la planta del pie donde se halla representado casi todo el organismo.
Nuestra forma de vida nos impide caminar descalzos y menos
aún sobre suelos desiguales con piedras y arena, lo que sería ideal para
estimular todas las zonas vitales del cuerpo. Muchos de los problemas que
padecemos como las várices y el estrés se verían muy mejorados sin el uso de
zapatos o caminatas sobre suelos duros y uniformes (como sucede en las ciudades
urbanas). Para paliar esta situación se comercializan diversas placas cerámicas
con un diseño estudiado especialmente para estimular las zonas reflejas
situadas en las plantas de los pies.
En cualquier caso de no acudir a un especialista profesional
en reflexología, existen sencillos sistemas caseros para comprobar las virtudes
de esta terapia: se logra un masaje muy eficaz caminando con los pies descalzos
sobre piedras chiquitas o sobre tierra húmeda. Llevar a cabo esta práctica de
manera habitual puede producir sorprendentes resultados.
Los pies: La base de la salud
Torturados por la fantasía de
zapateros sádicos y condenados a la inactividad del sedentarismo, nuestros pies
se vuelven cada vez más perezosos, cuando podrían ser la mejor base para una
vida sana, equilibrada y feliz. Los
ejercicios que se describen a continuación ayudan a restablecer la fortaleza de los mismos y a
dar los primeros pasos hacia una nueva forma de cuidar la salud.
1. Dinamita para los tobillos: Sentado en el suelo, mantener los pies en
alto y sin mover el resto de las piernas girarlos en torno a los tobillos
describiendo círculos en el aire, diez veces en un sentido y diez veces en el
otro. Estos movimientos fortalecen
notablemente los tobillos y facilitan la circulación sanguínea de las piernas.
2. Agilizar los dedos: Utilizar una guía telefónica a modo de pedestal (o en su defecto un
par de libros), de manera que los dedos de los pies queden al aire. A continuación mover los dedos de ambos pies
hacia arriba y hacia abajo mientras los talones permanecen sobre la guía. Es un ejercicio bastante duro provoca un
repentino cansancio por eso es preciso descansar cada 30 a 45 segundos y volver al ataque un par de veces más.
3. Planta contra planta: Sentado en el suelo, juntar las plantas de
los pies de manera especular, contraer con fuerza los dedos de los pies y
relajarlos a continuación. Repetir el
ejercicio una docena de veces. Se trata de un ejercicio sencillo pero muy
efectivo, ya que estas contracciones tonifican los músculos de la planta del
pie, precisamente los encargados de sostener todo el peso del cuerpo.
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