Entre tantas
ofertas que ofrecen una “solución mágica” a los problemas de peso y silueta,
parece imposible saber con certeza cuál funcionará para cada uno. Pero lo que
sí es cierto que hasta ahora lo único que ha demostrado funcionar de manera
perdurable es un cambio en nuestro comportamiento frente a la comida y a la
actividad física.
Una dieta
estricta puede transformarse en un “parche” de un problema de peso que se trae
desde hace años, pero nunca en una solución definitiva. Por otro lado, para
alguien que nunca hizo actividad física, internarse en un gimnasio tres a cinco
horas semanales puede parecerle una tortura, de ahí que abandone a las pocas
semanas (un fenómeno conocido como “sobre entrenamiento”).
Hace más de tres
décadas que aparecen métodos para bajar de peso presentados como la panacea
para conseguir un cuerpo perfecto. Sin embargo, la obesidad y los problemas de
peso van en aumento año tras año. Entonces, ¿qué falla? La respuesta es simple.
La industria generada en torno al sobrepeso mueve millones de dólares año tras
año, y lo que ofrecen son medias verdades. La mitad de lo que no dicen permite
que aparezcan nuevas ofertas continuamente.
Llevo 25 años
trabajando en la investigación documental sobre temas de alimentación y
ejercicio. Comencé a interesarme a los 14 años porque padecía problemas de
salud que me llevaron a muy temprana edad a entrar en el mundo de las dietas,
la nutrición y el ejercicio. Mi interés periodístico siempre fue mayor que el
interés médico, por eso me dedique a escribir sobre estos temas. Mi obsesión
siempre fue la información de calidad y el acceso a ella. Porque con la
adecuada información y formación, cada uno posee las herramientas más valiosas
para construir una figura escultural, aquella que deja de ser un sueño para
transformarse en una realidad de todos los días. Sólo imagínate el placer que
sentirías si cada día al levantarte te vieras al espejo, y te vieras en él como
en la tapa de una revista de bienestar.
Y precisamente es
este punto el que quiero destacar, porque está claro que mover el cuerpo es
mejor que no hacerlo, comer equilibradamente es mejor que no hacerlo, llevar
una vida ordenada es mejor que no tenerla. Pero además de todo ello, para
incorporar prácticas saludables que ayuden a tener y conservar una silueta
esbelta, es necesario querer mejorarse y verse bien uno mismo, sumado a una
autoestima alta. Porque sin ello cada vez que decidas cambiar tu estilo de vida,
tu mente (dominada por el ego) boicoteará de manera muy convincente los
intentos. Por ejemplo, decides disminuir la cantidad de porciones que consumes
diariamente de determinados alimentos, y cuando estás frente a la comida una
voz interior te dice “¡adelante! te lo mereces”. Para superar esta dualidad
mental es preciso tomar verdadera conciencia de lo que realmente quieres.
Definido esto, eliges tu camino. Porque tienes la libertad de elegir todos los
caminos que desees emprender, pero no debes olvidar que al elegir uno dejas de
lado los otros.
Si eliges verte
bien, eliges eso; si eliges comer sin control, eliges no cuidar tu figura. Si
eliges una vida activa, eliges eso; si eliges las actitudes sedentarias no
eliges una vida de bienestar y salud. El desafío está en no perder de vista lo
que uno realmente elige, dejando de lado las presiones familiares, los
condicionamientos sociales, las pautas culturales y las cuestiones
hereditarias.
Créeme que
siempre que dudes sobre conseguir una silueta delgada, encontrarás la excusa
justa para tomar el camino opuesto. Dile basta a las excusas y toma las riendas
de tu vida, la que tú quieres tener. Porque a la hora de adelgazar existe una
premisa básica que se cumple con exactitud matemática: todo lo que no te acerca al cuerpo perfecto, te aleja. Así de
claro.
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