En la actualidad el concepto de “comida rápida” o
fast food está asociado con preparaciones poco saludables, ricas en grasas y
condimentos. Sin embargo, la comida rápida no es más que una solución práctica
en momentos donde el tiempo es escaso. Tal es así, que las personas que
trabajan todo el día fuera de sus casas son las principales consumidoras de
este tipo de comidas. Y no necesariamente todos recurren a las clásicas
hamburguesas con patatas fritas, sándwiches de queso y jamón, salchichas o
pizzas; hay quienes eligen las preparaciones naturales y caseras, ya sea para
ahorrar dinero, bajar de peso o cuidar su salud. Pero el propósito de todos es
comer bien, de manera saludable, económica y apetitosa. Y para ello sólo basta
seguir algunas pautas gastronómicas para hacer de una comida rápida un
verdadero manjar:
Sándwiches nutritivos: Los sándwiches o emparedados elaborados con pan integral y verduras
(tanto crudas como cocidas) reemplazan un plato de pastas o cereales, y constituyen
un almuerzo ligero pero no menos nutritivo. Se puede incluir además un trozo de
pollo a la plancha (en forma de filete) y aderezos naturales a base de
zanahoria picada y aceite de oliva. Esta opción además es fácil de preparar y
puede conservarse en cualquier lado.
Ensaladas mixtas y coloridas: La excusa número uno que surge cuando se habla de
verduras, es que se necesita tiempo para prepararlas. Y la verdad que tanto
crudas como cocidas, son uno de los alimentos más fáciles de preparar. Por ejemplo,
las ensaladas además de guarniciones son platos en sí mismas y vienen bien a
cualquier hora.
Frutas de estación: Además de dulces, ricas y refrescantes, las frutas aportan una
importante cantidad de agua, vitaminas y azúcares a nuestro organismo. Una fruta
no sólo calma el hambre, sino que además permite un mayor control calórico que
otros alimentos (como el caso de las golosinas y los dulces).
Lácteos desnatados (descremados): Tanto los licuados o batidos con leche, los yogures
y los quesos blancos magros son excelentes alternativas a la hora de saciar el
hambre repentino. Si bien no pueden reemplazar una comida fuerte como el
almuerzo, como tentempiés o colaciones son incomparables. Además de aportar
calcio, hierro y vitaminas, mejoran la flora intestinal y fortalecen los huesos.
Estos productos nunca deben faltar si se desea comer sano y variado.
Platos fríos: No siempre se cuenta con los recursos necesarios para preparar un
plato caliente en los recesos del trabajo. Para ello, lo mejor es preparar una
carne (ternera, pollo o pescado) salteada con verduras al horno la noche
anterior. Así se puede consumir como plato frío en la oficina aprovechando
todos los beneficios de una comida sana y nutritiva. También los platos con
huevos, verduras y legumbres son estupendos para salir del paso.
Lamentablemente, las pastas quedan afuera porque frías son poco digeribles
(aunque ciertas variedades de fideos pueden consumirse en ensaladas).
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