viernes, 25 de octubre de 2013

Glándula Tiroides y Obesidad

En medio de la desesperación que a menudo presentan las personas obesas, y en su afán por entender el porqué de su facilidad para aumentar de peso, frecuentemente se sitúa a la glándula tiroides en el banquillo de los acusados.
Las hormonas tiroideas pasan entonces a concretar el sueño que contrarresta el fatal aumento de peso que ocurre después de cenar una suculenta pizza, una arepa o un dulce y llevar una vida sedentaria carente de deporte o actividad física.
Es ahí donde muchos piensan que su glándula tiroides es la culpable de su obesidad y recurren a farmacias para adquirir directamente las hormonas. Otras las toman dentro de esos productos que esconden detrás de su etiqueta de "naturales" hormonas tiroideas. Supuestamente éstas, por acelerar el metabolismo, adelgazan al que las consume.
Nada es más falso, pues las hormonas tiroideas tomadas por quien no las necesita, no producen ningún adelgazamiento. Lo que sí producen es ansiedad, palpitaciones, elevación de la presión arterial, angustia, sensación de susto, malos presentimientos, acortamiento de los ciclos menstruales y reglas muy escasas. Además se observa irritabilidad, cambios de carácter, llanto y agresividad.
En realidad, varios estudios científicos han demostrado que, fuera de los síntomas de sobredosis, las hormonas tiroideas agregadas a la dieta, no producen un adelgazamiento mayor que la dieta sola. 


OTROS FACTORES 
 
Es cierto que cuando existe una insuficiencia tiroidea, uno engorda más. Pero existen otros síntomas asociados al sobrepeso que nos guían hacia el diagnóstico de hipotiroidismo. El aumento de peso aislado no es consecuencia necesaria de un mal funcionamiento de la glándula tiroides.
A su vez, múltiples estudios reportan que las dietas muy restrictivas o muy bajas en nutrientes disminuyen la conversión de hormonas tiroideas en una hormona más activa que se denomina triodotironina o T3. En los que hacen dietas de hambre, en vez de T3 activa, se produce un metabolismo inactivo que no tiene ningún papel acelerador metabólico.
Esto favorece la acumulación de grasa y la disminución del metabolismo energético, a la vez que explica por qué los pacientes que hacen dietas de hambre dejan de rebajar en un momento dado -aún continuando el régimen-, y por qué engordan con mucho mayor facilidad que antes de haber iniciado la dieta.
Por este motivo se debe evitar el hacer ayunos y dietas de hambre con la finalidad de adelgazar, pues estas dietas en vez de ayudarnos a adelgazar más bien preparan bioquímicamente nuestro organismo para engordar de nuevo otra vez y con menos comida que antes.



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