jueves, 25 de julio de 2013

Reglas de oro para "dormir mejor"



Dormir bien no significa tomarse cada noche un poderoso somnífero (que suelen influir negativamente en la fase del sueño rápido conocida como REM). Sin embargo, pueden tomarse una serie de medidas que, conjuntamente, son capaces de obrar verdaderos milagros con tu impenitente falta de sueño. Sigue al pie de la letra las siguientes recomendaciones si quieres empezar a dormir «como un tronco»:
  • Procura que el dormitorio esté aislado de ruidos exteriores.
  • La tranquilidad antes de acostarse es fundamental; evita discusiones o situaciones de excitabilidad antes de meterte en la cama.
  • Prepara las ropas del día siguiente antes de acostarte, será una preocupación menos.
  • Darse un baño tibio también relaja y favorece el sueño.
  • Justo antes de acostarte, tómate un vaso de leche caliente con miel.
  • Ya en la cama, evita leer; limítate sólo a hojear una revista o leer algo que no exija gran concentración.
  • Cabecera y pies de la cama demasiado elevados no favorecen el sueño. Para descongestionar la circulación, los talones han de estar a la altura del corazón.

En todo caso, estas medidas te servirán de bien poco si, durante el día, te ve sometida a grandes presiones o a situaciones altamente estresantes. Procura evitarlas y dormir una media de seis a ocho horas por día. Dedicamos casi una tercera parte de nuestra vida a dormir, por lo que dormir mal, en cierto modo, es vivir mal.

LA MEJOR CAMA

Aunque sigas al pie de la letra todos los consejos anteriores y lleves una vida sin tensiones, difícilmente conseguirás dormir bien si el soporte —es decir la cama— no es el adecuado.
Un lecho desgastado o abarquillado no sirve; como tampoco un colchón demasiado duro o demasiado blando. Las almohadas que no permiten la relajación de la nuca son absolutamente perjudiciales para dormir correctamente, así como los colchones cuyo espeso acolchado no facilita la conveniente aireación interna de la cama.
El lecho ideal debe tener una longitud 15 centímetros mayor que la altura del individuo, y una anchura de 90-100 centímetros. El colchón no debe ser ni blando ni duro, sino ligero y con aislante térmico. Bajo el colchón un sistema de láminas de madera y, debajo, una superficie de gomaespuma que facilite la flexibilidad. Respecto a la almohada, debe ser pequeña y anatómica, debe servir de apoyo a la cabeza, no a los hombros. Por último resulta muy conveniente que los pies estén ligeramente elevados, a fin de facilitar la circulación sanguínea.

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