lunes, 15 de julio de 2013

Intolerancia alimentaria: ¿Una causa más del sobrepeso?




La intolerancia del organismo a ciertos alimentos se manifiesta a través de diferentes reacciones que presuponen un sorprendente aumento de peso en determinadas personas. Lo cierto es que nuestro sistema inmunológico está dispuesto a reaccionar ante cualquier elemento extraño, como las bacterias y los virus, y también tiende a manifestarse de manera adversa frente a los nutrientes que el organismo no digiere por completo.
Existen una serie de síntomas o signos que constituyen claras pruebas de intolerancia alimentaria como prurito, cólicos, malestar digestivo, entre otros. Además, se considera que las reacciones inmunológicas provocadas por la intolerancia alimentaria constituyen la base de varias afecciones, entre ellas el eccema, la sinusitis, la migraña, la artritis reumatoidea y el aumento de peso. Muchas personas logran bajar de peso y perciben una mejoría generalizada de la salud una vez que han identificando y eliminando de la dieta los alimentos problemáticos. Si los síntomas sugieren que puedes padecer intolerancia ali­mentaria, debes tratar de identificar el alimento que pueda ser la causa del problema. En algunos casos el alimento causante puede aparecer como obvio, pero si no es así, debes consultar al médico para realizarte las pruebas necesarias que determinen con exactitud qué alimentos no toleras.

Kilos de más, alimentos de menos

En algunas personas, los restos de alimentos no digeridos o digeridos en forma incompleta se suelen filtrar hacia la sangre a través de la pared intestinal y, al ponerse en contacto con el sistema inmunológico, disparan una reacción. Uno de los efectos de esta reacción es la retención de líquidos, lo que deriva en un inevitable aumento de peso. Los alimentos que pueden provocar problemas dependen de cada persona en particular. Algunas son sensibles a las proteínas de la leche de vaca y sus derivados, mientras que otras pueden reaccionar a los cereales o a las frutas cítricas.
Existen una serie de alimentos que pueden disparar la sensibilidad en individuos susceptibles. El trigo y los alimentos que lo contienen se cuentan entre los casos más frecuentes de intolerancia alimentaria. Las frutas cítricas y la leche vacuna producen sensibilidad en muchas personas. También el huevo, el tomate y las pastas pueden generar intolerancia.

Diferentes causas para un mismo problema

La intolerancia alimentaria se puede desarrollar desde los primeros meses de vida. La incorporación de alimentos en la dieta de los bebes, cuando el tracto intestinal y el sistema inmunológico aún no han madurado lo suficiente, suele provocar sensibilidad. En este sentido, se ha demostrado que los bebés amamantados tienen menos probabilidades de sufrir intolerancia alimentaria.

Por otro lado, parece que determinadas intolerancias alimentarias se deben a que cada día ingerimos más comidas con componentes que aún nuestro cuerpo no puede asimilar por completo. Por ejemplo, aunque hemos cultivado y consumido trigo durante miles de años, el trigo que ahora comemos es muy diferente que el de tiempos pasados. Con la leche pasa algo similar, ya que antes el hombre consumía fundamentalmente leche de cabra y de oveja, y no leche de vaca como lo hace en la actualidad.

Finalmente, los hábitos alimenticios o ciertas deficiencias orgánicas pueden causar intolerancia. Una masticación inadecuada o la falta de ácido estomacal o enzimas digestivas, puede provocar una mala digestión, mientras que un desequilibrio en los organismos de los intestinos pueden filtrar las partículas que no se digieren con normalidad.

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