viernes, 12 de abril de 2013

Feng Shui: La armonía saludable




Hace ya más de 5000 años atrás los chinos comenzaron a desarrollar un sistema basado en observaciones y experimentos con las fuerzas de la naturaleza, llegando a lo que hoy en día se conoce como Feng Shui, cuyo significado literal al español es viento y agua. Por su continua evolución este arte milenario sigue estando vigente con las condiciones actuales de la sociedad moderna, y es aplicado en las diversas manifestaciones del día a día.
El Feng Shui es considerado un arte intuitivo de profunda creatividad pero a la vez es una ciencia con equipamientos de diagnostico, fórmulas matemáticas y terminología especializada. Para aplicarlo siempre es necesario recurrir a un experto en esta disciplina y asegurarse de sus conocimientos en el tema.
En el seno de la familia el Feng Shui contribuye a crear armoniosas relaciones entre la pareja, fomentar la buena salud, atraer abundancia y prosperidad, construir buenas reputaciones y ayudar a los niños de la casa. En los negocios, a crear oportunidades para el crecimiento, elevar el propio prestigio con la comunidad, atraer los clientes y aumentar los ingresos. Para “curar” ciertas desarmonías el Feng Shui ofrece diversos medios como la organización correcta del mobiliario de una casa, la combinación de metal y plantas, y el empleo estratégico de los “cinco elementos” chinos (fuego, tierra, metal, agua y madera).

La aplicación de fundamentos milenarios


Las leyes, teorías y practicas del Feng Shui fueron basadas en atentas observaciones de los fenómenos de la naturaleza. De esa manera, todos sus métodos fueron comprobados repetidamente a lo largo de los siglos, no habiendo nada de sobrenatural en sus aspectos. No es una religión, ni dogma, ni un gran conjunto de supersticiones. Su acción es verdadera, verificada a lo largo de generaciones.


Para entender cómo funciona realmente el Feng Shui, aunque sus reglas son profundas y varían con cada persona y cada casa, se pueden seguir algunos ejemplos prácticos:

  • Cualquier tipo de desorden debe de ser revertido. Los escombros deben de ser arrojados fuera, pues esto conduce una energía estancada en el lugar donde se encuentran.
  • Plantas muertas, enfermas, sin vitalidad, deben ser sacadas fuera, o colocadas en otro lugar.
  • La puerta de entrada no debe estar bloqueada, ya sea con grandes plantas o cualquier otro elemento.
  • Los espejos en el dormitorio solamente dentro de los armarios, colgados en la pared o en el techo no son muy buena idea.

El estudio del Feng Shui propone un fascinante viaje de descubrimiento que combina varios aspectos de la cultura china: el intangible mundo de dragones y tigres, viento y agua, fuerzas positivas y negativas, yin y yang, flujo de energía, soplo cósmico, y la interacción de los elementos de la naturaleza, constantemente cambiando, constantemente en estado de flujo. De ahí que una frase popular resuma su esencia: “el cambio es la ley de vida”.

Consejos de Feng Shui para transformar el lugar de trabajo


  • Conservar el escritorio tan limpio como sea posible. prescindir de lo que no se utiliza y sólo dejar a mano aquello que se necesita para trabajar. Así es posible concentrarse mejor en lo que se debe hacer.
  • Guardar los papeles luego de que se han utilizado. No dejar que se acumulen en el suelo. Este suele ser el principio de un gran desorden.
  • Cuando un nuevo trabajo llega al escritorio, decidir qué hacer con él inmediatamente. Programar la agenda de trabajo estableciendo prioridades y no dejar innecesariamente labores pendientes. Si se puede hacer algo hoy, pues no hay que dejarlo para mañana. No siempre se cuenta con el tiempo necesario para decidir cuándo hacer las cosas.
  • Colocar un cesto de basura cerca del escritorio, para deshacerse rápidamente de aquello que ya no sirve. No acumular papeles que no tienen sentido, ya que es un claro síntoma de estancamiento.
  • Dedicar tiempo periódicamente para examinar todos los documentos y papeles archivados. Deshacerse de todo lo que haya caducado o ya no sea necesario. Es muy común guardar cosas con la idea de emplearlas en el futuro.

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