miércoles, 7 de mayo de 2014

El círculo vicioso de la barriga



El proceso por el cual el abdomen aumenta de tamaño no se da de un día para otro. Sin embargo una conducta repetitiva diaria respecto a la alimentación y el ejercicio genera un círculo vicioso del cual es muy difícil salirse (al menos si uno no se da cuenta de que está inmerso en él).
Una dieta basada en un alto consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono refinados y azúcares (como azúcar blanco, pan blanco, pastelería, dulces, golosinas, galletas dulces, entre otros) y un consumo sin control de grasas saturadas (lácteos enteros, manteca, carne roja con grasa, carne de aves con grasa, alimentos fritos), junto con una escasa o inexistente actividad física regular, genera una progresiva acumulación de grasa, principalmente en la zona del abdomen. Si a esto se le suma un consumo habitual de bebidas alcohólicas (cerveza, whisky, vino) y actitudes sedentarias acompañadas de un estilo de vida inactivo, la situación respecto al abdomen empeora. Todo ello -sobre todo una nutrición inadecuada- provoca trastornos de ansiedad por seguir comiendo más de lo mismo, falta de energía que reduce la motivación para comenzar una actividad física y una incipiente despreocupación por la estética, que revela en realidad una autoestima baja y un estado de depresión latente.

En realidad se llega a un abdomen prominente como resultado de un deficiente proceso metabólico inducido por una incorrecta planificación nutricional diaria y una falta de interés por el ejercicio físico regular. Para ser más claro, cuando se consume una gran cantidad de alimentos que aportan azúcares simples provocan que el nivel de azúcar en sangre suba rápidamente. El cuerpo reacciona liberando insulina y el azúcar que no se utiliza como energía se termina acumulando como grasa corporal. Al bajar abruptamente el nivel de azúcar, el cuerpo se siente fatigado y con hambre por comer nuevamente cosas dulces o harinosas. Nuevamente al ingerir alimentos ricos en azúcares simples, el ciclo se repite. Este altibajo continuo en los niveles de azúcar en sangre provocado por una inadecuada planificación nutricional, no sólo produce problemas de peso y grasa abdominal, sino también puede desencadenar trastornos crónicos como hipoglucemia y diabetes. También influyen los períodos prolongados sin ingerir alimentos; es recomendable comer poco muchas veces al día que comer mucho en una o dos comidas.
La falta de energía que el cuerpo padece por la repetida baja de azúcar en sangre genera un cansancio continuo. Esto hace que cueste mucho ejercitarse o comenzar un estilo de vida más activo. Sin embargo el ciclo puede revertirse en poco tiempo si se implementan nuevas estrategias nutricionales planificadas en base a alimentos o comidas (combinación de alimentos) que se liberen lentamente en el torrente sanguíneo. Al mantener un óptimo nivel de azúcar en sangre desaparece de inmediato la ansiedad por comer cosas dulces, evitando un exceso innecesario de calorías en la alimentación diaria. Esto permite mantener un peso saludable sin una acumulación extra de grasa en el cuerpo.
Los malos hábitos alimenticios justificados por un ritmo de vida acelerado convierten al hecho de comer en el factor responsable del deterioro del cuerpo, tanto externo como interno. No es normal ni natural que con el paso de los años el abdomen aumente su tamaño en forma desproporcionada al resto del cuerpo. Mientras el vientre crece, los brazos y las piernas reducen su tamaño y tono muscular, y el cuerpo pierde así sus formas y proporciones naturales y la posibilidad de quemar calorías en estado de reposo. Si se adoptan conductas más saludables y activas sin alterar el estilo de vida de cada uno, es decir, pequeños ajustes que permanezcan en el tiempo, el cuerpo con un peso ideal y una forma esbelta aparece naturalmente, porque así está concebida la fisonomía del ser humano.

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