viernes, 7 de junio de 2013

Vigorexia: La obsesión compulsiva por el gimnasio




El psiquiatra estadounidense Harrison G. Pope denomina vigorexia a un trastorno mental relacionado con la adicción a la musculación (entrenamiento con pesas). Sus estudios publicados en la revista Psychosomatic Medicine comprobaron que, entre los más de nueve millones de estadounidenses que acuden regularmente a gimnasios, cerca de un millón podrían estar afectados por este desorden emocional.
Sus síntomas son evidentes: los que la padecen tienen tal obsesión por verse musculosos, que se miran constantemente en el espejo y nunca se ven conformes. Sentirse de este modo les hace invertir todas las horas posibles en hacer gimnasia para aumentar su musculatura.
Se pesan varias veces al día, y hacen comparaciones con otros compañeros de gimnasio. La enfermedad va derivando en un cuadro obsesivo compulsivo que hace que se sientan fracasados, abandonen sus actividades y se encierren en gimnasios día y noche. También siguen dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas para aumentar la masa muscular y tienden a abusar de sustancias como las hormonas y los anabólicos esteroides.

Vigorexia y anorexia

Aunque a la vigorexia se la denomina “la nueva anorexia” es un trastorno mental diferente, no es estrictamente alimentario, pero sí comparte la patología de la preocupación obsesiva por la figura y una distorsión del esquema corporal.
La vigorexia todavía no está incluida en las tablas de trastornos psicológicos o psiquiátricos y se le considera una dismorfia corporal, ya que también se le conoce como dismorfia muscular. Así los pacientes aquejados de vigorexia comparten con los dismórficos y anoréxicos los mismos pensamientos obsesivos y siguen unos rituales reiterativos ante el espejo que les devuelve su imagen distorsionada.
Estos trastornos derivados de la excesiva preocupación por el cuerpo que nos inunda en estos tiempos se están convirtiendo en una verdadera epidemia. Desear una imagen perfecta no implica padecer una enfermedad mental, pero sí aumenta las posibilidades de que aparezca.
Aunque biológicamente hay explicaciones a estos trastornos, por desequilibrios en los niveles de serotonina y otros neurotransmisores cerebrales, no cabe duda que los factores socioculturales y educativos tienen una gran influencia. Por ello los tratamientos de las personas afectadas por vigorexia tendrían que ser multidisciplinarios y combinar la farmacología con terapias cognitivo-conductuales. Los estereotipos estéticos no existen, son sólo una ilusión impuesta por los medios comerciales de comunicación. El problema es que no todos están preparados para reconocer la diferencia entre los modelos ficticios y la realidad, y además, aceptarse tal cual uno es.

¿Qué es la dismorfia corporal?
 
Hay otro tipo de trastorno que afecta a una gran mayoría de la población y que comienza en la adolescencia. ¿Quién no se ha sentido alguna vez acomplejado por el tamaño de su nariz? ¿Quién no sufre con los brotes de acné en la pubertad?
Estos complejos agudizados igualmente por la obsesión de la belleza física se convierten a veces en auténticas enfermedades mentales con ansiedad, depresión, fobias, movimientos compulsivos-repetitivos (sobre todo miradas al espejo) y que conducen a la llamada “dismorfia corporal”.
Fue en 1886 y por el doctor italiano Morselli cuando se acuñó el término de dismorfia corporal. Ya el famoso sicoanalista Sigmund Freud había descrito en su literatura científica el caso del "hombre lobo": una persona que a pesar de tener un exceso de vello corporal centraba su excesiva preocupación por el físico en su nariz; la veía horrible, prominente y llena de cicatrices.
Existe un amplio número de personas que están más o menos preocupadas por su apariencia, pero para ser diagnosticado de dismorfia, el afectado tiene que sufrir reiteradamente una obsesión con una parte de su cuerpo que le impida llevar una vida normal.

Algunos síntomas de dismorfia corporal son:

• Dedican varias horas al día a pensar en el defecto corporal que creen tener.
• Suelen mirarse al espejo de forma continuada y como en el caso de la anorexia, bulimia y vigorexia, este les devuelve una imagen distorsionada de la realidad.
• Las partes del cuerpo más frecuentes de obsesión son de mayor a menor grado, piel, pelo, nariz, ojos, orejas, piernas, rodillas, pecho, genitales o la creencia de que su cara es asimétrica.
• Suele empezar a manifestarse en la adolescencia, y se mortifican continuamente interrogando a amigos y familiares sobre su aspecto.
• Muchos de ellos recurren a la cirugía estética para zanjar su "manía". Pero la dismorfia corporal es un trastorno mental, no físico y a pesar de estas operaciones no consiguen mejorar.

La solución a este problema suele ser una atención farmacológica con tratamientos como el Prozac y otros antidepresivos y ansiolíticos. Pero es preciso apoyarse en la psicoterapia, ya que son personas que deben aprender a recuperar la autoestima y perder el miedo al fracaso.
Hay otros trastornos de tipo obsesivo-compulsivo que sin estar relacionados con el esquema corporal aparecen también en la infancia y la adolescencia. A veces el perfeccionismo, el miedo al fracaso, el temor al ridículo, al que dirán, la limpieza y las enfermedades conducen a gente muy joven e inteligente al inicio de estos procesos.
Hasta hace poco se consideraban estos trastornos, tanto los alimentarios como los de vigorexia y dismorfia corporal, como manías propias de la edad del crecimiento que se corregían con la edad. Hoy día, sin caer en el alarmismo, hay que estar preparados desde la familia y la escuela para la detección precoz de los mismos y sobre todo para la prevenir males mayores.

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